Opinión
Por
  • JOSÉ LUIS UBIERA HERNÁNDEZ

¿Con hache y con G?

P ARECE ser que la polémica establecida hace ya varios meses acerca de si el nombre de Huesca ha de escribirse con hache o sin hache ha quedado zanjada definitivamente a favor de la nomenclatura tradicional. Los acérrimos defensores de una lengua aragonesa, que suelen ser más de izquierdas que el alcalde, han visto frustradas sus pretensiones y los paneles anunciadores de la ciudad y de la provincia volverán a escribirse como Dios manda, o sea, con grafía consonante.

Me parece muy bien. "Huesca" se escribe con hache que deriva de la Bolscan ibérica y de la Wasqa musulmana, y si el gentilicio es "oscenses" es debido a la denominación romana de "Osca" que se interpuso entre las anteriores. Así consta en monedas, escudos y documentos, como han indicado numerosos analistas. Los amantes de un idioma patrio andan tan obcecados en establecer rasgos distintivos y diferenciadores que el día menos pensado hasta la jota va a tener que bailarse con ch.

Ahora bien, las grafías son representaciones de sonidos, pues carece de sentido la presencia de una grafía muda en un alfabeto si no se admite que en algún momento tuvo algún tipo de pronunciación. Cabría preguntarse entonces cómo se pronunciaba el nombre de la ciudad en los tiempos primitivos y, en consecuencia, cómo se pronuncia en la actualidad.

Adentrarse en el ámbito de las etimologías es una aventura sumamente peligrosa incluso para un lingüista. Ya decía Camilo José Cela que ese mundo era "un berenjenal de mucha sabiduría" y yo no soy quién para enmendarle la plana a un Nobel. Entre mis hallazgos está la afirmación de que Huesca fue la capital cultural del pueblo guask, habitantes de Uaska, variante dialectal de Euska, cuya lengua perduró hasta tiempos relativamente recientes.

Esta afirmación viene avalada por el formidable estudio de Gartzen Lacasta Estaún en el que se reitera el parentesco lingüístico entre Huesca y Euskadi y al que no le falta ni un solo filólogo al que citar. Por recoger, recoge hasta el cada vez más citado documento de las ordenanzas municipales de Huesca, de 1349, por el que se prohíbe hablar en árabe, en hebreo o en vascuence durante la mercaduría de las ferias. De sus análisis y de otros textos consultados cabe deducir que Huesca se pronunciaría mucho después de la conquista cristiana con un sonido gutural similar al de la g: Güesca.

No se trata de ninguna elucubración mental. Ese sonido gutural de la hache prevalece todavía en muchas zonas lingüísticas de la península y también entre nosotros. Los onubenses, por ejemplo, no dicen ser de Huelva, sino de "Güerva", y si están partiendo cebollas se quejarán de la "jartá" de llorar que les produce el acto, no del hartazgo de su trabajo. Por aquí damos jocosamente los "güenos" días, se oye con frecuencia la pronunciación "güevos", en ocasiones, incluso con idéntica expresión escrita por paredes, pizarras y cuadernos, y casi siempre se esperan "güespedes" para las fiestas.

En uno de sus estudios Antonio Ubieto recogía, tomando como fuente la obra anónima geográfica conocida como el Ravenate, la existencia medieval de tres patrias o regiones en los Pirineos: Spano Guasconia, en la zona occidental; la Guasconia, en la central y la Septimania en la oriental, que se corresponderían aproximadamente con las actuales ubicaciones vasco navarra, aragonesa y catalana. Huesca sería, por tanto, tierra guascona, como todo el condado de Gascuña que creara Carlomagno y que abarcaba todo el suroeste del país vecino, desde Burdeos hasta el condado de Toulouse.

Un profesor de la Universidad de Zaragoza nos comentaba en cierta ocasión a un grupo de contertulios incrédulos que a los de Huesca nos reconocía enseguida. Frente a los de la propia ciudad maña y a quienes provenían de Teruel, Soria y otras ciudades o comunidades, los oscenses no pronunciábamos Huesca, sino "Güesca", con "g" de gárgara. Hace muy pocos días un amigo me corroboraba los asertos del viejo profesor al confirmar que él pronunciaba el nombre de la ciudad con g. La duda estaba servida.

¿Decimos Huesca o Güesca Ya no estoy seguro. Ahí queda el interrogante como tema de debate para estas fiestas laurentinas de obligados balcones. No nos aburriremos, no.