Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

La vuelta al cine

La última película que vi en una sala de cine antes del confinamiento, a primeros de marzo, fue "Invisibles", de Gracia Querejeta, que me dejó un grato recuerdo. La vuelta a una sala de cine cinco meses después ha sido para ver "Padre no hay más que uno 2", que me ha decepcionado. Más de los mismo (un "déjà vu" que dicen los franceses, un "ya visto"), las mismas gracias de los mismos niños, que por otra parte son graciosos aunque cansan ya un poco. En esta segunda parte, los más sosos son otra vez Leo Harlem y Silvia Abril, no sé si por su culpa o por culpa del escaso papel que les otorga el guión. La aparición de una suegra (Loles León) tampoco anima apenas el cotarro. Lo mejor de la película fueron mis nietos, ir con ellos al cine. Las salas de cine no son lo que eran, ha habido un cambio drástico. No se pueden sacar más de dos butacas juntas y sólo por internet. Pero dentro del cine, tres personas se juntan aunque se avise de que nadie se cambie de butaca, y me parece lógico porque es absurdo que si va al cine un niño con sus padres o sus abuelos se separe de fila a uno de ellos. Era extraño sentarse en una butaca rodeado de butacas vacías, aunque todos los espectadores no respetasen la medida. Tenía la esperanza de que al ser obligatorio llevar puesta la mascarilla durante la proyección de la película no se pudiera comer palomitas u otros productos ruidosos, pero vana esperanza. Las palomitas están permitidas. Se han impuesto varias medidas de higiene y seguridad, y sin embargo no se ha prohibido meter ruido con las bolsas que contienen palomitas y otros productos llamados snacks. A Santiago Segura le satisface que su película esté salvando a algunas empresas de exhibición, y goza por ello de una buena publicidad gratuita. Creo que en otras circunstancias, con más estrenos entre los que elegir, no gozaría de tanto éxito como parece tener. Sin duda era arriesgado estrenar en estas fechas de limitación del aforo, a Santiago Segura le ha favorecido, ya que es al ser una de las pocas películas de estreno no han dejado de acudir espectadores ansiosos de sentarse ante la gran pantalla. No sé a qué esperan en Zaragoza a abrir el resto de salas de cine, que hay muchas más. Tal vez tarden porque sus dueños han echado cuentas y les salen rosarios. Creo que ya no aguantaré una tercera parte de esta película de padre no hay más que uno, a no ser que mis nietos se empeñen en que los lleve a verla. En este caso, lo que ellos digan.