Opinión
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  • DIARIO DEL ALTO ARAGÓN

Sacrificio para la recompensa tendente a cero

El cero es la recompensa ideal. Es el sino de la lucha por la salud ante todo tipo de patologías, desde las más graves a las leves, desde las crónicas a las coyunturales, de las pandémicas a las locales. Cuando las cifras se desbaratan, las comunidades y hasta la humanidad en su conjunto sufren, y en circunstancias como las del coronavirus, que ha arrastrado a millones de contagiados y muchos cientos de miles de fallecimientos, la sensación de impotencia y desasosiego acucian.

A la espera de antídotos o vacunas, la mejor defensa es la prudencia y la herramienta más eficaz la responsabilidad. Implica sufrimiento por la merma de las relaciones sociales, tanto cuantitativa como cualitativamente, pero de la disciplina se deriva el éxito. Ayer, el alcalde de Huesca manifestaba su orgullo por el comportamiento cívico de los oscenses. Tras la prueba del algodón del ascenso a Primera División, la de ayer era crucial y compleja: refrenar los anhelos de la fiesta arraigada desde hace siglos e inoculada en la cultura individual y colectiva, conscientes de que la ocasión se perfila una vez en el calendario anual y es irrepetible hasta la vuelta de doce meses. San Lorenzo constituye una forma de entender la convivencia y de apreciar la vida en su plenitud, de construir la comunicación con nuestros seres queridos y el respeto con los ajenos.

Debemos sostener la misma tensión en la prudencia, la precaución sin bajar la guardia, y agradecer la conducta maravillosa de la práctica totalidad del tejido de la hostelería, admirable en su lealtad hacia las clientelas y en sus altas miras. Por delante, tenemos mucho tiempo para recuperar los buenos usos, las costumbres edificantes. Cuando lleguemos a cero en la estadística inquietante, saldremos en la carrera para tender al infinito. Y nos lo habremos ganado.