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San Lorenzo, la ofrenda virtual de la buena conducta

San Lorenzo 2020 ha sido virtual, diferente, sin manifestaciones festivas pero con expresiones de identidad mostradas en los atuendos y en algunos cultos religiosos. Incluso, en las formas de dar vida a la fiesta como esa ofrenda de flores y frutos que sustituyó el cromatismo, la pulcritud de los trajes regionales y la música por el recogimiento y la solidaridad con aportaciones a los colectivos más vulnerables, otro tipo de estampa metafórica no menos fructífera, con una fragancia de humanidad reconfortante. En una lectura de la historia laurentina, encontramos multitud de escenas de generosidad y acompañamiento ante desgracias naturales. Incluso también reconvenciones de las autoridades a los jóvenes para que sus comportamientos fueran sanos y cívicos. Y la responsabilidad ha imperado en torno a la magna peana del santo.

2020 ha sido ejemplar. Obviamente, todavía existe la posibilidad de que surja algún brote, pero en términos generales las conductas han sido tan positivas como muestran, hasta ahora, las cifras de contagios que publica Salud Pública, que asustan en lugares como la capital aragonesa y arrojan una luz de esperanza de una cierta normalización en la fase en la que está inmersa Huesca.

Si San Lorenzo es Fiesta de Interés Turístico Nacional por el jolgorio, por la personalidad en las vivencias en la calle, por la convivencia y por el respeto, en 2020 su carácter ha salido reforzado con un sobresaliente de la ciudadanía prudente, sensata, consciente de la trascendencia de prorrogar para la edición siguiente los anhelos lúdicos. No son precisas medallas ni reconocimientos explícitos, porque la de Huesca es una ciudad responsable, segura y saludable, con hábitos tan inteligentes como su versatilidad para adaptarse incluso a las circunstancias más críticas.

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