Opinión
Por
  • JIMENA SÁNCHEZ CALDERÓN

¿Incierto?

Uno de los muchos compromisos a los que el ser humano tiene que hacer frente inevitablemente en su vida -sea más pronto o más tarde- es la toma de decisiones.

Otra cosa distinta es el problema de que las personas sepan elegir las mejores, dado el acumulo de las que se les presentan.

Porque -entre otras- el miedo al fracaso, el temor a no estar a la altura de las circunstancias, el pavor a depender constantemente de otras personas, y la falta de confianza y madurez, requieren una pérdida de energía así como dificultan las decisiones finales más de lo que antes pudiera imaginarse.

Constituyen, en efecto, un auténtico desafío para cada uno de nosotros al afectar no sólo las más simples, sino también las más complejas, como que carrera universitaria vamos a estudiar, ser o no padres, casarse por lo religioso o por lo civil, cambiar de trabajo o de ciudad, invertir en este sector o en aquel otro, e irse de vacaciones anuales a la playa o a la montaña.

Y es que, aparte de que es aconsejable realizarlas en un estado de ánimo sereno, tranquilo y centrado, tras haber recapacitado y medido relajadamente los impactos posibles y sus pros y contras, lo único que está fuera de dudas, es que el futuro siempre es algo ¿Incierto?