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  • Diario del Altoaragón

La imperativa necesidad de ordenar la gobernanza

La capacidad de sorpresa de los españoles, y entre ellos los aragoneses, no se agota. Seguramente les sucedió lo mismo a los presidentes de las comunidades autónomas cuando escucharon de boca de Pedro Sánchez la certeza de que pueden decretar estados de alarma, esto es, confinamientos, cuando así lo recomendara la situación sanitaria. Esta cuestión legal, que no es baladí, se contradice con el argumentario expuesto para las sucesivas prórrogas de la reclusión durante prácticamente cien días desde la primavera hasta la puerta del verano. Pero, sobre todo, suscita todas las dudas sobre la eficiencia que cabe esperar de la toma de decisiones en diecisiete palacios con diecisiete mandatarios y cientos de consejeros.

La cogobernanza que preconizó el presidente Sánchez es una fórmula que ha de estar fundamentada en criterios de eficacia, de atención a la diversidad pero, sobre todo, de coherencia. Ha de quedar circunscrita a un marco estricto que evite los agravios y las determinaciones caprichosas y arbitrarias, porque pedir al Parlamento un estado de alarma exige una explicación detallada de las medidas que habrán de ser analizadas y en las que, indefectiblemente, surgirán los recelos y los escarceos partidarios.

Una cogobernanza bien dirigida debe ser la garantía de unos mínimos y de unas directrices que nadie pueda burlar. Demanda a su vez rigor y seriedad. Y, además, implica una corresponsabilidad en distintos niveles, porque como expresó el presidente Lambán no se puede reclamar a un presidente autonómico que condene a su territorio a una crisis que asfixie la economía. Cuando han transcurrido 165 días desde que fuimos conminados a cerrarnos en nuestras casas, las incertidumbres no sólo no se resuelven sino que llevan el ritmo de los contagios.

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