Opinión
Por
  • LUIS DEL VAL

El barro de Verona

Hoy, viernes, si las feministas no lo impiden, Plácido Domingo actuará en el festival Arena de Verona. Lo hará junto a la soprano española Saoia Hernández, que no sabemos si es feminista o no, pero que parece estar encantada de actuar con uno de los grandes tenores a caballo de los siglos XX y XXI. Al menos, no hay noticias de que personas sospechosas vigilen a la soprano, ni esté sufriendo ningún tipo de presión o vigilancia.

El barro organizado por las feministas italianas contra la actuación de Plácido Domingo es una muestra de que todo colectivo que, en alguna ocasión, ha sido perseguido se convierte en perseguidor, en cuanto las circunstancias le son propicias.

Las acusadoras de Plácido Domingo son todas anónimas, excepto la ex soprano Angela Turner, que, de repente, se acordó de que, hace 22 años, Plácido le palpó los pechos en el camerino en el que ambos se maquillaban.

Digo ex soprano, porque hace ya bastantes años que la carrera de Angela Turner tuvo su ocaso, y no entiendo que hace veintidós años no le diera una bofetada, o se quejara, o lo dijera a sus compañeros, y que esperara 22 años para acordarse, precisamente cuando el inquisitorial movimiento "me too" se puso en marcha.

Estoy convencido de que los tenores no son seres puros y elegantes y castos a todas las horas del día, de la misma manera que me imagino que alguna que otra soprano, ante directores artísticos, empresarios o promotores, habrá ido bastante más allá de soportar un sobo rechazable e inapropiado en los pechos.

No defiendo conductas dignas de censura, pero me parece intolerable que acciones inapropiadas parezca que deban ser castigadas con fusilamientos al amanecer o prohibición de trabajar en la profesión.

Dicen las feministas que la falta de condena judicial o ampararse en la presunción de inocencia no basta. Entonces ¿sería admisible que un hombre acusara a una mujer de lascivia indecente y la acusada tuviera que pasar por puta? Es lo que tiene el barro, que cuando te metes en él nadie sale limpio.