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Feria de Barbastro, cuestión de estilo

El estilo es el arcón particular y colectivo del que extraemos los usos, las costumbres, los comportamientos, la personalidad y el carácter que hemos ido sembrando a lo largo de nuestra vida para conducirla ante todas las circunstancias. Barbastro lo tiene, personal e intransferible, proclive a colocar el lacre de autenticidad a cada una de las cartas que ha escrito en su trayectoria, que se adaptan al devenir de los tiempos. Hace 59 años, un grupo de valerosos munícipes y empresarios pusieron el primer hito y abrieron el camino para que la Feria de Barbastro constituyera un lugar de encuentro en el que exhibir el talento y el esfuerzo de la industria, el comercio y la hostelería local, y para establecer relaciones con quienes, en otros lares, tiran de ingenio para generar novedades y engranar máquinas o métodos importables en la capital del Somontano y exportables al mundo.

En el libro de estilo de Barbastro y de las autoridades civiles, están escritos términos como resistencia y audacia. En seis décadas, se han sufrido rigores y se han disfrutado alegrías, pero siempre en el punto de encuentro que han sido los recintos feriales y, antes y después, en el trabajo de campo y de oficinas para concitar la atención de decenas de miles de barbastrenses y visitantes ávidos de conocer innovaciones rayanas, en algunos casos, en la ciencia ficción para los conceptos de la época. En esta edición 59, se ha multiplicado la exigencia ante el virus que ha devastado la expresividad de las relaciones sociales, y la prudencia determinaba que estilo podía verse temporalmente cortocircuitado. Pero el manual no escrito dictaba que el hilo había de continuar, adecuándose a la exigencia sanitaria pero manteniendo la esencia. Y, haciendo de la necesidad virtud, Barbastro se manifiesta más abierta y creativa que nunca. Felicidades.

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