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  • Diario del Altoaragón

Cuidar las organizaciones sociales

Las organizaciones sociales demandan una mirada y una acción diferente. No conmiserativa, sino específica para contemplar su singularidad y actuar en consecuencia. En unos casos, aquellos que se dedican a colectivos vulnerables en razón de sus dificultades socioeconómicas, porque acusan de una forma acentuada todas las crisis y más una como la actual, tan abrupta, tan sobrevenida. En esas circunstancias, Cáritas Diocesana, Cruz Roja y Banco de Alimentos son una primera línea defensiva para la propia supervivencia de individuos y de familias que, de no ser por su atención y provisión, padecerían unos obstáculos terribles para su propia existencia.

Junto a ellas, se suman aquellas que, más allá de su labor para los ciudadanos con dependencia, tienen también a su cargo personas con cualquier tipo de discapacidad. En ellas confluyen competencias de servicios sociales, de sanidad y de educación, además de las que tienen que ver con las posibilidades de integración laboral que, a su vez, constituyen oportunidades para la incorporación normalizada a la comunidad en la que viven.

Si de verdad estamos convencidos de que el eslogan "que nadie se quede atrás" ha de ser un desiderátum que ha de unir a todas las fuerzas políticas y a todo el país ante una emergencia cierta, las prioridades han de comenzar por la vía de atender las necesidades de las organizaciones sociales, que además tienen la sana costumbre de ser extraordinariamente rigurosas en la optimización de los recursos porque en un campo estrecho de la economía se juegan sus opciones de ofrecer el máximo de servicios a los colectivos con los que trabajan. Como sujetos plenos de derecho, merecen todas las oportunidades para construir sus propio futuro.

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