Opinión
Por
  • ENRIQUE SATUÉ OLIVÁN

Tráfico peligroso

Con toda seguridad la administración que se ocupa del tráfico en carretera es conocedora del hecho y debe estar tomando medidas. Sin embargo, lo que vivo a diario me obliga a hacer un breve comentario.

Es un hecho frecuente el que, durante el verano, la estrecha y curvilínea N-260 que comunica Aínsa con Biescas por Broto, y canaliza el tráfico hacia Ordesa, alcance una densidad y peligrosidad de tráfico que este año ha alcanzado el paroxismo durante los meses de julio y agosto.

La estrechez y sinuosidad de la ruta, la abundancia de desplome de piedras, el tráfico de caravanas, los 230.000 visitantes que según las estadísticas oficiales se dirigieron el año pasado a las praderas de Ordesa y, sobre todo, los motoristas que han encontrado aquí un espacio alocado e irrespetuoso para la aventura, hacen para el conductor respetuoso y el agroganadero de la zona un trayecto al que se sale con miedo.

En unos tiempos en los que el civismo es un bien tan anhelado y en que el erario púbico va a necesitar tanto nutriente, no estaría de más un régimen de vigilancia y sanción, en la zona, esmerado.