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La Guarguera, un símbolo

La presentción del proyecto de mejora de la carretera A-1.604 desde el kilómetro 1,6 al punto kilométrico 13 retrotrajo a muchos profesionales de la comunicación y algunos representantes de la política con un largo recorrido en la vida pública a los tiempos en que cada conquista de servicios básicos de La Guarguera era celebrada como un extraordinario hito en la lucha por la supervivencia de los pocos habitantes de una de las zonas más bonitas de nuestra provincia y de Aragón. En el carácter reivindicativo de tantos y tantos núcleos de este área, se desnudaban los egoísmos urbanos, expresados en la puesta en valor fundamental de aspectos paisajísticos para disfrute de lo que bien se llamó "ecologistas de asfalto" (sello que, por cierto, se proyectaba injustamente en tantos legítimos defensores del medio natural), aunque el paisaje pierde su esencia cuando el paisanaje está condenado a una subsistencia sin la dignidad de cualquier contribuyente del territorio. A la memoria nos asoman las traídas de luz, las miradas plenas de ilusión de quienes habían reclamado durante décadas y décadas prestaciones no sólo razonables, sino justas. Grandes adalides de esta bandera nos dejaron con la satisfacción de haber contribuido a alumbrar esperanza y un atisbo de futuro en medio de una belleza que, sin el ser humano, pierde su sentido.

En la confluencia del proyecto carretero mostrado por Fuster a la alcaldesa Berta Fernández y a la Asociación Guarguera Viva, trascienden los detalles técnicos de la composición del asfalto y del trazado. Es un compromiso manifestado que habrá de ser cumplido no sólo por los derechos de los residentes en esta hermosa zona y de los muchos que hubieron de emigrar en busca de oportunidades, sino fundamentalmente por un intangible que, empero, se puede consignar presupuestariamente, que es el respeto hacia los conservadores de esa gran obra de arte que es la naturaleza. Un patrimonio que exige gratitud.

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