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  • DIARIO DEL ALTOARAGÓN

Prohibido prohibir, prohibido estigmatizar

El lema de mayo del 68, prohibido prohibir, tiene la cabida en todo el mundo, y también en España, en estos tiempos complejos, en los que se entremezclan los afanes regulatorios, las obsesiones de control y también las imprescindibles restricciones a la movilidad, coyunturales por la pandemia, razonables en determinados ámbitos estructurales por la sostenibilidad irrenunciable.

Al prohibido prohibir como eslogan de ansias de libertad, se debe unir en el pensamiento y en la expresión española, aragonesa y de nuestro entorno el "prohibido estigmatizar". Con el coronavirus, estamos cometiendo errores de otras enfermedades que fueron combatidas más con moralinas que con reflexividad, más con prejuicios que con ciencia, hasta incurrir no sólo en injusticias, sino también en efectos diabólicos, en confrontaciones absurdas y en estereotipos estériles. Baste recordar las atribuciones a determinados segmentos colectivos del Sida, del ébola o de otras enfermedades.

El estigma -o la "criminalización", como expeditivamente arguye hoy el alcalde de Monzón por los "Sin Mateos"- se está dirigiendo crecientemente hacia los jóvenes, a los que se adjudica universalmente -esto es, en atentado al libre albedrío y a la voluntad que caracteriza a los seres humanos- una suerte de atolondramiento que anula su discernimiento de las consecuencias de sus actos en sus mayores. La vida es una educación permanente que, en determinadas fases, demanda una mayor intensidad. Colocar una estaca en el pecho de la juventud es profundamente desafortunado y, además, infructuoso. Es tanto como si a todos los responsables públicos les atizáramos los mismos improperios por su falta de tino en la gestión sanitaria. Hay grados y en la escala de grises está la virtud.

Diario del AltoAragón