Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Alzhéimer, una pandemia

La Dependencia fuera de la ley es el lema de la Confederación Española de Alzhéimer para conmemorar el Día Mundial de esta enfermedad, que en 2020 ha sufrido un importante retroceso hasta el punto de que los colectivos profesionales y voluntarios de atención a quienes padecen esta patología lo identifican como una pandemia dentro de la pandemia. El propio doctor Olivera aludía al estudio de la Universidad de Padua sobre los terribles efectos psiquiátricos que han padecido los pacientes, que han acelerado el desarrollo hasta un deterioro cognitivo más profundo durante el periodo del confinamiento. En estos meses de reclusión y restricciones, se han venido abajo precipitadamente niveles de calidad de vida de los dependientes, de los cuidadores, de los profesionales y de las asociaciones que, admirablemente, conviven diariamente con el alzhéimer para arrancarle pequeñas victorias que apenas se sustancian en un detalle, en una sonrisa, en la identificación de una canción, en la remembranza de una rima, en la recreación de una circunstancia, en el reconocimiento de un familiar.

Constituyen consuelos leves, reparaciones minúsculas, diminutas alegrías en la consciencia de que no se puede abrazar la gran felicidad. Aminorar los servicios o cerrar sedes de estas organizaciones es una catástrofe humanitaria en sentido estricto, silente por su discreción, enorme por su trascendencia. Afortunadamente, hoy mismo reflejamos que la obra de Manolo Sarasa, la gran esperanza mundial para la vacuna del alzhéimer que nos dejó huérfanos de su bonhomía y su saber, continúa con una investigación prometedora a corto y medio plazo. Con los ritmos propios de la ciencia, que a la sazón, y volvemos a las pandemias, es el haz de luz que nos permite sobrevivir en la ilusión de un mundo mejor.