Opinión
Por
  • J.MARIANO SERAL

La fragua

Cuando tan solo era un niño, rememoro haber acompañado a mi padre en las ocasiones que acudía a la herrería, yo me quedaba fascinado al contemplar como la reja del arado, se tornaba en candentes tonalidades rojizas y amarillas, como si fuesen los labios de un volcán atildados con carmín de lava, al permanecer en la fragua entre los incandescentes carbones. Esa misma reja que unos minutos antes era indómita, se tornaba en dócil bajo el estrépito del rítmico martillear en el yunque, reordenándose la disposición de los átomos. Hoy, mirando esta fotografía me recuerda a las oraciones, con sus sustantivos, adjetivos, verbos? que se intercambian en la fragua del intelecto hallando nuevos significados.