Opinión
Por
  • ALFONSO IBÁÑEZ ENCISO

El "virus" 5G

Cuando se introdujo la tecnología TDT en los televisores, el Estado aprovechó para subastar a las operadoras de telecomunicaciones el uso de las frecuencias de 790 Mhz a 862 Mhz; subasta conocida como primer dividendo digital. Con estas frecuencias se implantó la tecnología 4G/LTE en la telefonía móvil: se trataba de introducir la banda ancha sin cable. Se usaban, y se usan, las frecuencias en torno a los 900 Mhz, 1800 Mhz, 2100 Mhz, para las tecnologías 2G y 3G, reservando las de rango mil veces superior, Ghz, para las comunicaciones entre dispositivos libre de obstáculos.

Cuanto mayor es la frecuencia menor es la longitud de onda y, por tanto, más fácil de obstaculizarlas teniendo menor grado de penetración en edificios: por tanto, cuanta mayor es la frecuencia, más complicado es usar la telefonía móvil en interiores, teniendo en cuenta que la potencia de emisión no puede superar ciertos límites. A su vez, la evolución 2G, 3G, 4G, 5G necesita transmitir en el menor tiempo posible mayor cantidad de información lo cual requiere más ancho de banda de frecuencia a usar. De ahí el interés de la subasta conocida como segundo dividendo digital que liberará para las empresas de telecomunicación las frecuencias comprendidas entre los 694 Mhz y 790 Mhz, pasando la TDT a frecuencias inferiores. Hasta que esto no se produzca no se implementará el 5G: hasta ahora lo que se comercializa son prestaciones mayores de un 4G evolucionado.

Una vez que las personas estamos ya conectadas por dispositivos inalámbricos, pretenden conectar "las cosas". Esto requerirá el despliegue de redes de antenas y transmisores muy densas utilizando "miniantenas" (en alta frecuencia de 26 Ghz –visión directa con terminales-) a instalar en farolas, postes de tráfico, puentes, etc. sobre todo en zonas urbanas, conectadas por fibra óptica, que requerirá de permisos de ayuntamientos y administración pública con una homogeneización de normas que se pretende sea a nivel europeo.

La publicidad es machacona en "vendernos" la tecnología 5G como un progreso ineludible que nos proyecta al futuro: conectividad total de dispositivos casi en tiempo real que permitirá usos autónomos de vehículos, operaciones guiadas a distancia, robotización de la agricultura, viviendas inteligentes, inteligencia artificial y multitud de aplicaciones. Todo agitando el talismán de la reactivación de la economía y la generación de empleo.

Pintan tan bonito el futuro que los tremendos costes que supone el desarrollo de esta tecnología se pretende los aporte la Unión Europea y sus estados miembros (por eso no es casual la apuesta de las empresas de telecomunicación por el 5G en plena pandemia).

Pintan tan bonito el futuro que necesitan, de momento, inculcarnos cambiar de móvil para que no nos quedemos retrasados con el futuro (el negocio, es obvio, está en el consumo y por eso tampoco es casual la aparición acelerada de terminales incluso de "bajo coste") Pintan tan bonito el futuro que la pretendida hiperconectividad supondrá una fuente inédita que aumentará el nivel de radiación electromagnética al que estarán expuestos todos los organismos vivos, casi en cualquier lugar, las 24 horas del día.

¿Para qué preocuparse si hasta ahora no se han tenido en cuenta los efectos biológicos de este tipo de radiaciones Es mejor para la industria que esto siga así para no perjudicar el futuro-negocio. La con-ciencia debe aspirar al futuro-salud para toda la humanidad. Es la hora, como siempre, de un debate público e informado no solo por las "redes sociales" pues no es aventurado sospechar que la inteligencia artificial, paradigma de la "revolución industrial", tiene el mismo virus que la inteligencia humana: la avaricia y el capital.