Opinión
Por
  • PEDRO GARCÍA

La muerte a plazos de nuestra libertad

La última cucharadita de veneno contra la concertada ha venido en forma de anuncio -quizá, ojalá, sea una cortina de humo más de las que tanto utiliza este Gobierno con su equipo de marketing político- de una subida del 21% del IVA en educación. Colegios privados y concertados tendrán que aplicar el IVA por sus servicios, hasta ahora exentos de impuestos porque son considerados esenciales. La lógica con la que plantean la medida desde el PSOE y Podemos es tan antigua como la muy superada guerra de clases decimonónica, con esa falsa imagen de "los ricos", cuando cualquier estadística demuestra que esa radiografía de los padres de la concertada y de buena parte de la educación privada está muy lejos de la realidad. Son padres de clase media que están dispuestos a invertir una parte importante de sus ingresos para garantizar su derecho a elegir el modelo educativo que desean para sus hijos. Son padres de clase media que pagan religiosamente sus impuestos (y con ellos el dinero que les daría derecho a su plaza en la enseñanza pública) pero que no gastan más que una pequeña parte de la educación púbica. Es más, el sistema público de educación no podría soportar un trasvase masivo de alumnos de la privada y concertada a la pública porque no tendría plazas suficientes.

Pero habrá muchos padres que no podrán hacer frente a esa subida de precio, muy alejada de la realidad de los salarios, y tendrán que ceder su legítimo y constitucional derecho a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos por la simple razón de que, de la noche a la mañana el coste habrá subido un 21%. Será un goteo constante de caídas en el número de alumnos. Pero los goteos, por constantes que sean, no son como las puñaladas en el tórax, sino como los envenenamientos: la sangría no se percibe de golpe? solo se nota cuando ya es irreversible. Un día, el mismo Gobierno que ha acosado a la concertada y a la privada por las más diversas vías, esgrimirá los datos de usuarios de la concertada, en manifiesta caída, obligados por el estrangulamiento económico, para hacernos creer que la sociedad ya no demanda este tipo de educación, y acabará por convencer a la siguiente generación de que no es un bien necesario. Harán que parezca un accidente, pero es un plan urdido con una finalidad muy clara que no podemos tolerar. No estamos dispuestos a aceptar la muerte a plazos de nuestra libertad.