Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Porquet eterno

Porquet eterno
Porquet eterno
H.F.F.

Una madrugada, esas horas que tanto le inspiraban, asestó un golpe mortal a José Manuel Porquet. Hoy, hace veinte años. No fue un bajonazo infame, como en tantas crónicas taurinas geniales atribuyó a los coletudos en la ejecución de la suerte suprema. Venía de una "prórroga" -futbolero azulgrana del Huesca y perico del Español- de cinco años, como él denominaba la cuenta atrás jubilosa tras el amenazante diagnóstico.

Necesito su mirada perspicaz, relativizadora, para procesar este "sindiós" que padecemos. Me hace falta, nos hace falta, el haz de luz inteligente y natural de su "Tragaluz", el resquicio con el que cada mañana nos deleitaba y alumbraba, aunque en ocasiones yo lo paladeaba en un privilegio impagable la tarde anterior. Disfrutar antes que los demás del conocimiento y el ingenio otorga una cierta sensación de poder, y me gustaba disfrutar por unas horas de sus lecciones antes que el resto.

José Manuel, con Antonio Angulo y Luis Gómez, formaron un claustro para mi aprendizaje particular. Compartimos grandes momentos en los que entendí que descorchar un gran reserva era un hito en la vida de un gastrónomo -lo decía el Barón de Regrustrán-, que a los políticos hay que oírlos y a veces dejarles correr como las aguas bravas, que lo sencillo es sublime -¡aquellos morros del Navas!- y lo lujoso puede ser un triste oropel.

Periodista y licenciado en Derecho, fue un socrático que escogía la pregunta para hallar la respuesta, que huía del neoliberalismo y de la ciudad-Estado (Zaragoza) y que era docente. De los maestros que escuchan para sentenciar. Como sus amigos Vázquez-Montalbán o Caius. En la onda en la que están, algo se cuece. Gracias a la vida, nos dio tanto...