Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El hábito de la cultura en el medio rural

Los pueblos del Alto Aragón albergan un espíritu cultural por vía hereditaria, porque son los portadores de un patrimonio eterno inconmensurable. En la placidez del medio rural, se multiplican los estímulos para cultivar el conocimiento y la belleza en el sentido más estricto que defendía Inmanuel Kant, aquella que no se asocia absolutamente a ningún tipo de interés material. Cuando se esgrime como argumento para sedar nuestras conciencias que, en realidad, lo que sucede es que las actuales generaciones practicamos hábitos urbanos no sólo en las profesiones sino también en nuestras aficiones, negamos acríticamente las posibilidades de que en los pequeños núcleos surjan atractivos sugerentes. En este sentido, nuestra provincia ha sido pionera y es vanguardia en la organización de festivales, muestras y encuentros de todas las artes, una fortaleza reconocida desde toda España.

La programación de la Diputación Provincial para este noviembre de clausura en las ciudades contrapone esta tristona circunstancia con las trece exposiciones itinerantes que recorren los municipios para dar a conocer actuaciones excitantes como la recuperación de 31 pueblos en la última década en nuestra geografía, el guiño talentoso de Los Titiriteros en sus rutas por todo el mundo y por los retratos e historias de profesionales oscenses que han contribuido a la mejora de la humanidad a través de sus ingenios, de sus descubrimientos e invenciones, a cargo de Dominique Leyva y Vicente Lachén. Y los viajes fotográficos con Rodolfo Albasini y Giselle Monzón completan, junto al cine de sello propio, este catálogo que refrenda la idea de la universalidad de la cultura, que se manifiesta sin límites ni fronteras pero que, fundamentalmente, tiene la obligación ética de hacerse presente allí donde florecieron sus raíces.