Opinión
Por
  • LAURA ALINS RAMI

Un gran desafío que encarar

Es frecuente hoy que muchas personas sostengan ideas que les hubieran parecido descabelladas hace 20 ó 30 años. En 30 años se ha producido un cambio profundo de mentalidad, una nueva manera de entender el mundo y el hombre.

Poco a poco toda una potente batería de misiles ideológicos, destinados a transformar nuestra mente y proyectados desde el mundo de la cultura, el espectáculo, los medios de comunicación, las leyes, la educación…va ganando terrero. Organismos internacionales, multinacionales, fundaciones filantrópicas, bancos… invierten millones de dólares en esta empresa.

Si observamos el proceder de grandes instituciones a nivel global (UNESCO, ONU -con todas sus agencias- OMS, FMI, Parlamento Europeo, organismos de derechos humanos europeos e internacionales…) advertimos que representan con claridad meridiana este nuevo modelo de sociedad y que de ellas emana una sabia red que, despreciando las soberanías de los pueblos, inocula este modelo en los gobiernos, las naciones, los ciudadanos. Tristemente este nuevo patrón de sociedad parece redefinir el bien y el mal, al margen de la naturaleza humana y rinde culto a un relativismo moral en el que todo vale, o se puede justificar con palabras un tanto huecas y ambiguas (debido a su mal uso) como igualdad, ecologismo, humanismo, democracia, muerte digna, derechos sexuales y reproductivos… palabras no exentas de emotividad y sensiblería, como si pretendieran llegar no tanto a la razón, sino al corazón del individuo.

Recordemos cómo, desde 2011, en que Hungría aprobó su constitución defendiendo la vida desde la concepción hasta la muerte natural y el matrimonio sólo entre hombre y mujer, a la actualidad, esta nación ha sido amenazada y sancionada económicamente en varias ocasiones por el Parlamento Europeo, según los comisarios, por no representar ni secundar los "valores europeos". Esos valores europeos a los que Hungría se resiste, pero que la mayoría estamos asimilando, casi sin darnos cuenta, como lo más natural del mundo: el derecho universal al aborto o genocidio de inocentes, la ideología de género, la ingeniería genética, el feminismo a ultranza…y es que de lo contrario somos malos pero que muy muy malos, totalitarios, radicales y por supuesto fachas recalcitrantes Ya en 1948 Julien Huxley, primer presidente de la Unesco, nos regaló esta bonita frase: "Nada hay inmutable o eterno en ética".

La ética se convierte, pues, en algo que podemos ir acordando y acomodando en función de los intereses que convenga. Entonces, ¿qué inconveniente puede haber, por ejemplo, en que en el tercer mundo se condicionen las ayudas económicas a la aceptación de campañas proaborto, o esterilizaciones masivas, si las élites mundiales han decidido reducir la población mundial a costa de lo que sea porque eso es lo que conviene al Planeta , ¿queda espacio para la conciencia moral Junto a la promoción de este estilo de pensamiento, conviene minar la familia y la autoridad de los padres, no vaya a ser que se les ocurra inculcar valores tradicionales. En 2001 los Comités de Derechos Humanos de Naciones Unidas acordaron eliminar de las legislaciones nacionales toda referencia a los derechos y deberes de los padres en materia de salud y educación de los menores; de tal manera que la patria potestad quedase cada vez más disminuida.

A la vista tenemos hoy día la fidelidad de nuestro gobierno a las consignas europeístas, inequívocamente manifiestas en sus normativas o declaraciones.

Ciertamente al ciudadano le es muy difícil sustraerse a este envolvente aleccionamiento, y no acomodarse ni dejarse engullir por el sistema. Perder la capacidad de crítica y someterse sin más, aunque sea por aburrimiento, a las ideologias que pretenden dirigir nuestras vidas es un mal grave, porque sofoca nuestra libertad. Pero se puede salir airoso de este desafío buscando, contrastando fuentes e informaciones y compartiéndolas y, sin duda, mirando a nuestro interior y reconquistando esos valores tan nuestros, los de siempre, los que nos hacen ser propiamente personas y nos definen como tales.