Opinión
Por
  • Pascual Ascaso

La que fue lengua vehicular en España, el castellano, deja de serlo

Que el castellano deje de ser lengua vehicular en la educación de todo España es un pecado imperdonable para los que lo han cometido. Estoy seguro que así lo verán la inmensa mayoría de los españoles, a excepción, claro está, de aquellos que, como los catalanes, estén colmados de alegría porque les ha llegado aquello que tanto ansiaban y que no era otro que todos los que estudiasen en Cataluña, fuesen de donde fuesen, deberían aprender antes catalán si querían cumplir sus sueños de estudiar en esa comunidad.

Lo hecho con el castellano ha sido tanto como convertir de segunda un idioma que era de primera y por el contrario, idiomas que eran de segunda ascenderlos a primera en detrimento del castellano, al convertir a estas en lenguas vehiculares en su propio territorio.

Parecía impensable que el castellano dejase de ser dentro de España lengua vehicular y que otra pasase a serlo de obligado cumplimiento para aquellos que quieran estudiar en determinados territorios, pero mira por dónde que ha llegado para la inmensa mayoría, desgraciadamente, aquello que pocos pensaban que pudiese suceder.

Está claro que el mal paso dado va a dejar al castellano dentro de España y fuera de ella muy tocada, mientras que al catalán, estoy seguro, va a sacar pecho aprovechando la oportunidad que le han servido en bandeja como anillo al dedo. No olvidemos que Cataluña, aunque algunos no lo quieran, es España.

¿Sabemos a dónde queremos llegar con esta barbaridad que lejos de integrar desintegra