Opinión
Por
  • JOSÉ MARÍA NASARRE LÓPEZ (DELEGADO DIOCESANO DE PATRIMONIO)

Don Damián, fiel hasta el final

D EJAR huella es sinónimo de tener raíces sólidas. Aquel niño Damián, hijo de Dionisio Iguacen y Petra Borau, en cuyo seno familiar vino al mundo en 1916 en Fuencalderas (Zaragoza) y a lo largo de su dilatada vida 104 años fue sembrando y cultivando armonía, paz cristiana, fraternidad evangélica, valores humanos y cristianos con los que ayudó a muchas familias, a muchos sacerdotes y comunidades religiosas. Con todo este bagaje llegó a la gente con sencillez, sin ambiciones, con respeto y con amor. Se propuso, no se impuso.

Tras su formación en el seminario de Huesca y tras los años convulsos de la Guerra Civil en la que fue llamado a filas y recibió el encargo de trabajar en trasmisiones con el lenguaje Morse inició su tarea pastoral por los pueblos del entorno de San Miguel de Foces y las poblaciones de Broto, Torla y adyacentes.

De vicerrector del Seminario pasó a la parroquia de Santa Engracia de Zaragoza, y en el barrio de Torrero, y desde la iglesia de San Lino realizó una pionera pastoral obrera.

Fue delegado episcopal para la parroquia de Santa Engracia en Zaragoza. Quedó en buenas manos.

Breve pero eficaz fue su estancia de párroco en Tardienta. La parroquia de San Lorenzo fue testigo de las novedades pastorales que D. Damián introdujo anticipándose a las pautas del Vaticano II.

Fue Vicario de Pastoral y en 1969 Administrador Apostólico hasta el inicio del episcopado de D. Javier en diciembre ese mismo año.

Fue obispo de Barbastro (1970-74), de Teruel y Albarracín (1974-84) y de Tenerife (1984-91). En todas estas diócesis fue dejando su impronta personal de buen pastor, "el último de todos y el servidor de todos".

El nombramiento episcopal en 1984 le condujo fuera de Aragón, a las Islas Afortunadas, a Tenerife. Le preguntan, "dicen que a Vd. lo han traído aquí castigado", a lo que él contestó "venir a las Islas Afortunadas es un premio" Y es que D. Damián se había involucrado en la adecuación de los límites diocesanos con los límites en Aragón. Su inicial objetivo fructificó en 1995.

El pueblo creyente, las instituciones civiles, la sociedad en general se han hecho eco del buen hacer de D. Damián a lo largo del tiempo.

Reconocimientos: Hijo adoptivo de las ciudades de Huesca y Tenerife; Cruz de S. Jorge de la Diputación de Teruel; Medalla de la DGA a los Valores Humanos; la Revista "4ESQUINAS" le concedió el "Premio Julio Brioso" a la figura del Año 2012. Multitudinario fue el homenaje que se le tributó a D. Damián el día 12 de febrero de 2016 con motivo de su 100 cumpleaños en una Misa en la catedral de Huesca, con la asistencia de varios obispos, y una nutrida representación de diocesanos de Tenerife con su obispo D. Bernardo Álvarez.

En este polifacético obispo hay un gran capítulo que tiene una actual y profunda dimensión. Su conocimiento y amor al Patrimonio Cultural religioso: el arte, la música, los archivos. De 1984 a 1993 presidió la Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural de la Iglesia. En este periodo se asentó lo que hoy es, bien consolidado y con buena proyección de futuro el entramado de Patrimonio Cultural de la Iglesia en sus vertientes de patrimonio artístico, musical, archivos –bibliotecas y museos diocesanos.

La Conferencia Episcopal Española le reconoció esta importante labor en La Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural, en sendos homenajes, en Málaga en 2010 y en Huesca en 2015.

Conoció el Patrimonio Cultural Religiosos y contribuyó a su divulgación a través de sus numerosas publicaciones de temática religiosa y cultural.

Retirado en el Hogar Saturnino López Novoa de Huesca en estos últimos años y atendido por la calidad humana y generosa entrega de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados no ha dejado de ir recibiendo un goteo intermitente de múltiples visitas entre otros de los obispos de Huesca y Tenerife y el cardenal Juan José Omella presidente de la Conferencia Episcopal Española.

El pasado día 24, D. Damián, el hijo de un peón caminero, por el recto camino que él vivió llegó a Dios.