Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Los presupuestos de la Diputación Provincial

Constituye un sano y reconfortante ejercicio, sensación agudizada por lo inhabitual en otros lares, la aprobación de los presupuestos de la Diputación Provincial de Huesca, que este año ascienden a 75 millones y están condicionados por la puesta en marcha del Servicio Provincial de Extinción de Incendios y Salvamentos, que supone la incorporación de casi 150 profesionales a la plantilla de la corporación para superar los cuatrocientos trabajadores en total. En la historia de la institución provincial, se ha sucedido la incorporación en el catálogo de prestaciones de algunas que no corresponden estrictamente, como ha sido el apoyo a infraestructuras o servicios médicos, siempre con el objetivo de ofrecer al territorio y particularmente al medio rural una serie de condiciones imposibles de sostener sin su respaldo.

Las cuentas han integrado la mayoría de las enmiendas presentadas por los grupos, entre los que sólo se ha producido la abstención del Partido Popular. Y, desde el origen, como aseguró su presidente, Miguel Gracia, queda la posibilidad de que se puedan usar los remanentes cuando se liquide el presupuesto actual, con lo que el guarismo global se vería incrementado y, con él, los planes y las actuaciones concretas que desarrollar la Diputación Provincial, algunos tradicionales, otros muy propios de estos tiempos en los que las nuevas tecnologías figuran como unas infraestructuras básicas para que los pueblos gocen de oportunidades competitivas, en una coyuntura en la que, además, se está ocasionando un reforzamiento de los censos por la mirada que, desde las ciudades, se hace al ámbito rural. La Diputación ha sido siempre una institución esencial para el reequilibrio y para el concepto de establecer el principio de igualdad de condiciones a cada uno de los ciudadanos.