Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El camino, a través de las empresas

Justo hoy que ofrecemos los datos de exportaciones, que refrendan el ariete de vanguardia que son las empresas para la calidad de vida de los ciudadanos y para el desarrollo de un territorio, también salta la noticia de que Becton Dickinson está fabricando las jeringuillas con las que se inyectarán las dosis pertinentes de las vacunas contra la covid-19. Precisamente, dentro del comercio exterior altoaragonés, el sector farmacéutico se ha situado como una verdadera punta de lanza por la competitividad de las compañías que venden sus productos a un gran número de países del mundo. Detrás de una jeringuilla o de cualquier otra de las piezas que se realizan en esa industria, hay una enorme labor de I+D+i, esto es, la ciencia aplicada que es guardián básico de la salud de las personas de todo el planeta. En 2020, los dogmatismos son absolutamente inútiles. A la iniciativa privada, hay que ofrecerle las mejores condiciones para que genere la riqueza y el empleo que es su razón fundamental de ser, aunque haya quien ciegamente no lo crea por encima de los beneficios. Los rendimientos de estas estructuras, al final, redundan en el interés de toda la sociedad, porque, además, se da la circunstancia de que existe una correlación estrecha entre el despliegue tecnológico, el esfuerzo innovador y las políticas de responsabilidad social que repercuten en la atmósfera interna y en el entorno.

Cuando algunas voces suspiran por los descubrimientos científicos, en medio de unas generaciones olvidadizas inundadas por la aculturación electrónica, habrá que recordar hasta la saciedad que, en los momentos más críticos, las empresas pusieron a disposición de la salud un gran número de recursos sin pedir -ni obtener- correspondencia institucional. Al menos, por nuestra higiene ética, no incurramos los ciudadanos en la amnesia. Seamos justos.

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