Opinión
Por
  • TOMÁS MOYANO BONEL

Pon un monje budista en tu mesa

En esta época del año, se podía ver en la televisión un mensaje que animaba a la gente de bien a acoger en sus casas a algún necesitado de cariño hogareño y probablemente sin techo. Y por añadido de todo lo que conlleva una fiesta de Navidad o de Año Nuevo en cuanto a buen yantar y alegría. Y digo yo, amables lectores y amigos Abercio y Verecundo, ¿por qué no un monje budista, toda bondad y espiritualidad Mucha gente cree que un monje budista no hace otra cosa más que meditar en la soledad de sus monasterios, hasta alcanzar el nirvana. Nada más lejos de la realidad. Hace un par de años conocí a Phra. Maha Wasant, un monje budista lleno de vida y gran aficionado a comunicarse mediante vídeos, Facebook y todos los medios audiovisuales que tenemos a nuestro alcance. Uno se da cuenta de que es un hombre de enorme y contagiosa espiritualidad, que rezuma bondad y representa a un budismo amable, acogedor y fácil de seguir. En el fondo, los mensajes contenidos en las prácticas budistas no son otros que de amor hacia los demás y a uno mismo. En casi todos los casos, esto se consigue con ratos de meditación vaciando la mente de todo tipo de pensamientos, que lleva a un nivel de espiritualidad muy agradable. Sin embargo, Maha Wasant insiste en que también se puede meditar al caminar y con las tareas diarias, e incluso al respirar. Wasant enseña que el compartir hace feliz de corazón a todo budista y también ser misericordioso, practicar la reconciliación, perdonar y, sobre todo, amar sin reserva. No cabe duda de que este monje budista dedica buena parte de su día a la enseñanza de jóvenes, desarrolla una labor humana muy loable. Sadhu, Phra. Maha Wasant, ejemplo a seguir.