Opinión
Por
  • JOAQUIN CALLABED (DE LAS REALES ACADEMIAS DE MEDICINA Y DE NOBLES Y BELLAS ARATES DE SAN LUIS DE ZARAGOZA)

Mi adiós a Fernando Solsona

Nos abandona una de las grandes figuras aragonesas del pasado siglo. El sello que mejor nos acerca a su brillante andadura es de Médico y Humanista cuyo amor por Aragón guió su vida. Persona cálida, próxima, dinámica y creativa de gran cultura y prodigiosa memoria que ha dejado una importante huella personal, profesional y social.

En una de mis visitas a su casa le entrevisté para DIARIO DEL ALTOARAGÓN, que se publicó un día de San Lorenzo. Quiero recordar algunos pasajes. Guardo su voz grabada.

Era un enamorado del barrio zaragozano de san Pablo. "Desde 1670 toda mi familia estuvo bautizado en san Pablo". Cita el convento de Santo Domingo, el palacio de Villahermosa, La Casa de Amparo, La Posada de las Almas como lugares emblemáticos. Como personas ilustres del barrio recuerda a los catedráticos Manuel Alvar, Lázaro Carreter, José Carlos Mainer, Ángel Sanvicente, Yolanda Polo, María del Carmen Ansón, Gabriel Guillén y Tomeo Lacrué. Con José Luis Camañes dirigió la revista "El Gancho", símbolo estandarte de los desfiles en el barrio que se empleaba para cortar las malezas que impedían las procesiones.

Estudió en la Escuela Pía y en el Instituto Goya alabando la calidad de profesores como José Manuel Blecua, Eugenio Frutos, Arturo Romaní, Benigno Baratech, Vicenta Tena, Anselmo Gascón de Gotor, Carlos Albiñana, Leopoldo Romo y José Estevan Ciriquiain que le orientó hacia los estudios de Medicina.

Tuvo como profesores en Medicina a Pedro Ramón Vinós, Mariano Mateo Tinao, Valentín Pérez Argilés y Ramón Rey Ardid. Tiene un recuerdo especial para Antonio Lorente Sanz, catedrático de Pediatría y Francisco Oliver, catedrático de Historia de la Medicina.

Amplió estudios en Roma, Aix Marseille y Clermont Ferrand.

De su estancia en Roma recuerda a los profesores Luigi Turano y Carissimo Biagini.

"En Roma me enseñaron a modular la pasión humanística y tener un grado mayor de objetividad".

Su Tesis Doctoral fue "Contribución al estudio radioisotópico del tiroides". Fue premio extraordinario de Doctorado.

Catedrático de Terapéutica Física en Valladolid. Posteriormente opositó a la dirección del Departamento de Radiología y Medicina Nuclear del Hospital Miguel Servet de Zaragoza que dirigió hasta su jubilación. Autor de una treintena de libros y monografías de su especialidad, más de 400 trabajos científicos y creador de una importante escuela con destacados profesionales.

En su brillante labor asistencial siempre defendió el lema "vir bonus medendi peritus" (para ser buen médico hay que ser buena persona).

Académico numerario de la Real Academia de Medicina con su discurso "Riesgo y prevención del cáncer de mama". Posteriormente fue presidente de la Institución y en la actualidad era presidente de honor.

Colegiado de honor del Colegio de Médicos de Zaragoza.

Académico numerario de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis pronunciando su discurso "La Medicina en la vida y en la obra de Francisco de Goya". Las 201 citas bibliográficas surgieron de los 400 ejemplares dedicados a Goya de su biblioteca personal. Colaboró con esta Academia de San Luis en la recuperación del mundo de la jota para la Academia con Nacho del Río, Javier Ciria y José Iranzo, el pastor de Andorra, que fueron nombrados académicos.

Citó en su discurso a médicos académicos humanistas como Eusebio Lera, José Galiay y Sarañana, Joaquín Gimeno Riera, Ángel Marín Corralé, José María Castro y Calvo, Pedro Galán Bergua, Enrique de Lafiguera, José Galindo Antón y Manuel Gracia Rivas. Fue contestado por José Galindo Antón. También fue nombrado Académico numerario de la Academia de Ciencias de Zaragoza.

Fue presidente del Ateneo de Zaragoza durante más de 30 años y creador de numerosas tertulias. Publicó trabajos sobre Gregorio Marañón, Baltasar Gracián, Francisco de Goya, Santiago Ramón y Cajal y Miguel Servet. Siguió la estela de Ricardo Royo Villanova.

Respecto a Miguel Servet opina que "su hoguera resplandece cada día más porque las verdades no las consume el fuego". Considera que Servet es el creador de la libertad de expresión y de conciencia. Le dedicó su libro "Miguel Servet, cumbre del Renacimiento", por iniciativa de Darío Vidal.

Recorrió la geografía servetiana consultando bibliotecas y hablando con personas próximas al estudio de este gran aragonés cuya muerte fue una de las grandes injusticias de la historia. Pasó por Viena del Delfinado, Toulouse, Lyon, La Tour du Pin. Visitó el grupo escolar Miguel Servet en Viena del Delfinado y otro en Annemasse. Dice que las palabras de Castillione a Calvino resumen la vida de Servet: "matar a un hombre por defender una doctrina no es defender una doctrina, es matar a un hombre". Sus cenizas flotaron junto a las de sus libros en el lago de Le Mans.

También publicó La historia de la jota cantada , La mujer en la historia de Aragón, sobre José Iranzo, el pastor de Andorra y sobre Miguel Fleta.

Perteneció al Instituto de Estudios Sigenenses que fundó Julio Arribas. Fue nombrado Consejero de Honor.

Tiene concedida la medalla de las Cortes de Aragón. Zaragoza le dedicó una calle.

Recuerdo las joyas de bibliofilia que habitaban en su biblioteca y algunas ediciones facsímil del Ateneo Zaragozano como el Romancero Gitano en edición autógrafa de Inocencio Ruiz y Sumaria investigación de las plausibles antigüedades del célebre santuario de Santa Elena Emperatriz y su fuente gloriosa, en Aragón y sus montes Pirineos del padre Fray León Benito Marton" impreso en Zaragoza en 1749. Me obsequió, dedicatoria incluida, con "Las Flores de Guido" de Guy de Chauliac.

Supo compaginar la ciencia con las humanidades. El humanismo es la disciplina de raíz griega y latina que nace en la filosofía de Platón en su Academia y continúa con Aristóteles en El Liceo y renace a finales de s. XV con Marsilio Ficino en la Academia de Florencia apoyada por los Médicis. Las humanidades conjugan la literatura, la gramática, la historia, la filosofía moral y la sensibilidad estética. Posteriormente se evoluciona con el racionalismo de Descartes y Newton y se impregna de las ideas de la Ilustración. Esa fue la síntesis científica y humanística de Fernando Solsona. Demostró que las ciencias están tan unidas a la filosofía y a las humanidades como el arroyo al río, que decía Santiago Ramón y Cajal. No hay que romper puentes.

Mis condolencias a su viuda doctora María del Pilar Martínez Comín y a sus hijos Pilar, Carmen, Isabel, Fernando y Luis Jorge.

Adiós amigo Fernando. "Sit tibi terra levis", que la tierra te sea leve. Nunca te irás de mi corazón. Disculpa alguna lágrima al recordarte.