Opinión
Por
  • AURORA Y CONCHA GENERELO

Querida Pili

Te fuiste como eras, rápida y decidida y, como siempre, dejamos para muy tarde todo lo que queríamos decirte. Fuiste la luz en una Huesca pequeña y gris cuando empezaste a dar clase, a sugerencia de una madre que tampoco conocía la palabra desaliento, a dos niñas. No necesitaste más que dos sillas que hacían de barra y un magnetofón. Con esos elementos y tu ilusión comenzó el ballet en Huesca (¡ballet en Huesca a principio de los 60!). Poco a poco el número de alumnas fue creciendo y construiste un emporio de la nada.

Enseñaste la belleza y la emoción de la danza a manos llenas. Hiciste tú sola, con la ayuda de tu hermana Mari (que tú convertiste en una gran bailarina) festivales dignos de una gran ciudad con muchos medios. De tu estudio han salido excelentes bailarinas, pero aun las que no nos hemos dedicado a esto, hemos bebido de tu fuente de disciplina, educación, emoción y belleza. Te debemos el placer de escuchar la música, de ver y oír un espectáculo de danza, de disfrutar más de la vida.

Ahora, en estos tiempos en que parece que todo debe empezar de cero otra vez, tenemos que aprender de ti y saber que con dos sillas, una ilusión y un talento muy grandes, todo es posible.

Gracias por todo lo que nos has dado. Gracias por tu luz que tantos reflejos ha dejado. Hasta siempre, Pili.