Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Un cielo por una sonrisa

Un cielo por una sonrisa
Un cielo por una sonrisa
E.V.

Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso, yo no sé qué te diera por un beso. Mientras escuchaba embelesado las explicaciones de Mayte, Teresa y Antonio Rico, me venía en bucle la rima de Gustavo Adolfo Bécquer. Estaba tan absorto mirando y admirando el calendario diseñado por ese genio que es Agustín Lorés que, cuando me tocó el turno de leer mi breve composición para el mes de abril, me pilló intentando tuitear mi devoción por Luces por Etiopía. Cada año es una liturgia en el que, sin embargo, los ritos se van incorporando con las buenas acciones de oscenses que tiran de corazón, de voluntad y de talento para incorporar atractivos.

Ni siquiera es preciso contener la emoción que produce esa sucesión de imágenes de los niños y de los autores de los escritos, bajo el común denominador de las sonrisas que son la mejor forma de sublimar las realidades más trascendentales de nuestro mundo. A nadie se le puede exigir que reprima sus sentimientos cuando contempla una obra de arte, que no se limita a las monumentales, porque las que cincelan la bondad y la ética no sólo son bellas, sino además profundamente transformadoras.

Por 8 euros, puede iluminar las sonrisas de cientos de niños que preparan los moldes de su futuro en el Centro Juvenil Don Bosco de Mekanissa. Y que puede contribuir a labrar la promoción de mujeres y adolescentes en Zway a través de los oficios que las empoderan y, paralelamente, las alejan de las atávicas sumisiones de una sociedad condicionada por siglos de atraso.

Tiene, amigo lector, la opción de ahorrar esos 8 euros, pero sepa que, con 8 euros más en el bolsillo, usted será más pobre. Y miope. Nunca una sonrisa nos ha embellecido tanto.