Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Charo se nos fue

Charo se nos fue
Charo se nos fue
R.N.

ESTO parece una tormenta con sus rayos que caen en esta vida humana". La postrera expresión de la carta de Rosario Estrada Lario, publicada póstumamente. Este director ya la tenía, y Paco Grasa me la hizo llegar junto a la noticia del fallecimiento de Charo. Me impactó la mala nueva, me conmocionó el pesar de Paco. No me gusta el término usuaria, porque la ligazón en Arcadia trasciende el uso de servicios. Es un núcleo con similitudes con las relaciones familiares, protectoras frente a la agresividad y ceguera de una "sociedad loca y enferma" (parafraseo a Paco. Y suscribo).

Conocí a Charo apenas hace dos meses. Vino al periódico. Quería publicar poemas y reflexiones. Me costaba entenderla. Asentí. Consiguió mi móvil y me llamó un día después. Le pedí paciencia. Me agradeció la publicación. Su emoción profundizó hasta muy dentro de mí. Insistió... y repetimos. Sus palabras, a falta de otra ligazón, estaban hiladas por la voluntad y el corazón. Fortaleza en la debilidad.

Paco, compungido, me encogió el corazón cuando me explicó lo que para Charo, y otros como ella, significa la inyección de autoestima que supone verse en el diario. La razón de ser más profunda de un periódico, lo juro.

Ayer, escuché a Mercedes Nasarre su inspiradora reflexión como psiquiatra sobre la felicidad. Sobre el sufrimiento mental de no fluir y aceptar lo que somos. La dualidad miedo-deseo. El miedo a la invisibilidad es el deseo de ser reconocido. El miedo a la injusticia es el deseo de ser integrado. En medio, está el amor. Me gustaría que el hijo de Charo aprecie, en su dolor, el gran valor de su madre, que rompió las barreras del estigma para reivindicarse a sí y a quienes ven mermada la salud mental. Su lección. Charo, nos vemos en el cielo.