Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Día del Voluntariado

E L DÍA DEL VOLUNTARIADO se celebró ayer en las condiciones impuestas por el actual estado sanitario del país. En realidad, siempre se atiene a las circunstancias del entorno, más alegre cuando estamos en épocas alegres, más complejo cuando las dificultades impregnan la atmósfera. No empecen las restricciones de hoy para que el espíritu de la jornada de ayer fuera el mismo de siempre: un homenaje en sentido estricto, esto es, de respeto y de admiración a quienes son capaces de abandonar la comodidad del ensimismamiento para trascender hacia una sociedad por la que trabajan en los escenarios donde todo es imprescindible: allí donde hay colectivos vulnerables o débiles, donde se aprecia una injusticia o una oportunidad velada, donde hay dolor y sufrimiento, donde hay pobreza material y de espíritu.

Más allá de los eslóganes doctrinales, la fortaleza del movimiento del voluntariado se ha acrecentado durante la crisis del coronavirus, con más de dos millones de personas que han participado en proyectos sociales de manera desinteresada. La solidaridad, como explica su raíz etimológica, permite consolidar la sociedad a través de los mejores de valores, de aquellos que quieren conquistar los estándares de justicia, de igualdad de oportunidades y de convivencia que caracteriza a las comunidades modernas en las que imperan los derechos humanos.

El voluntariado, que practican miles de altoaragoneses, constituye un factor competitivo que afecta a los territorios, a las empresas y a las organizaciones. Y, en la mano de todos y cada uno de los ciudadanos, tenemos la ocasión de premiar a quienes utilizan en su manual de conductas las buenas prácticas y obviar a quienes no se guían por los comportamientos adecuados de la empatía y del trabajo por la sociedad.