Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Crear en la montaña

Crear en la montaña
Crear en la montaña
S.E.

La visión del turista queda distorsionada por la inmediatez, por la percepción de instantes que no consigue componer en el puzzle en el que transcurre la vida del destino. Se queda en una estancia, que no en una vivencia, salvo que se incline por la profundización cuyo riesgo es la tentación de perpetuar, irresistiblemente, la permanencia. Algo similar a lo que le sucede al protagonista de La Muerte del Comendador de Murakami, que huye del mundanal ruido tras el fracaso amoroso con intención de pasar su sarampión sentimental en medio de las montañas... y queda atrapado sin remisión por la magia ecléctica de un cuadro y de la ópera don Giovanni.

El Pirineo también atrapa. Hace muchos años, esos dos grandes profesionales hosteleros que son Terete y Jorge abrían mis ojos en la comparativa entre acudir al valle de Benasque de paseo y quedarte encerrado todo un largo invierno, cerrado por el angosto Congosto del Ventamillo. Una suerte de síndrome de El Resplandor (aterrador Jack Nicholson) incruento recomienda bajar al llano de cuando en cuando.

Por eso emociona íntimamente ver y escuchar el cortometraje -tal consideración merece por su belleza- de poco más de 90 segundos Guayente Época Covid que María Ángeles Grasa, directora de la Escuela de Hostelería del valle, en el que queda expresada, en una ración suculenta y edificante, la pasión por un oficio con grandes posibilidades de convertir el tedio en creatividad, la rutina en vocación de servicio. El documental, que dirige el gran Javier Pardo, distribuye los títulos de crédito entre Paco, Jimena, José Luis, Txemi, Pablo, Bea, Pili y la misma directora. Llamarle claustro es simplificar. Es un prodigio educativo. Pedagogía de vanguardia. Una gran obra social.