Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Ayunos de misericordia

Ayunos de misericordia
Ayunos de misericordia
Á.H.

Benito Pérez Galdós se propuso descender a las capas más ínfimas de la sociedad matritense para relatar y describir tipos en los que concurrían "la suma pobreza, la mendicidad profesional, la vagancia viciosa, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal", como explica en el prólogo de Misericordia.

Misericordia implica la necesidad de lanzar el corazón hacia los demás, y para que ese impulso sea noble debe estar barnizado por el desinterés, la comprensión y la compasión, que no es sino el sentimiento de tristeza al apreciar el sufrimiento de un congénere. Ponernos en el camino de una virtud tan divina, tan elevada que implica otros valores como el perdón y la generosidad constituye una oportunidad extraordinaria para mejorarnos a nosotros, que es el primer paso para contribuir a que todo el entorno se impregne de belleza humana.

Los "minutos de esperanza" de la Pastoral Penitenciaria de la iglesia aragonesa con don Ángel Pérez a la cabeza nos ofrece esa ocasión única para aliviar el dolor de quien está excluido del bien supremo de la libertad en las cárceles, donde los reos purgan las penas por las rejas en las que les encerraron las miserias, las maldades y los errores. No nos compete a nosotros juzgarlos, fueron los tribunales terrenales los que lo hicieron y, si acaso, será el celestial el que dicte supremo veredicto. Pero nada mejorará en su fuero por el castigo y la ejemplaridad, sino por el acompañamiento y la visión del camino limpio de la vida. Mostrémoslo.

Alejemos la tentación fatal de replicar a quienes, en las redes, han afeado la acción desde sus entrañas reptilianas. En ellas no hay verdad ni luz. Démosles la opción de reflexionar. Sólo actuemos. En 5 euros, una vereda de misericordia.