Opinión
Por
  • JOSÉ MURILLO

Carta de Navidad

En estas fiestas es probable que falten en nuestra mesa algunos seres queridos. Unos, al estar confinados, no pueden venir a casa. Otros, victimas de la pandemia, dejaron su silla vacía para siempre. Pero en este año aciago en que la covid tanto ha alterado nuestras pautas de conducta, aún mantenemos en nuestra ciudad algunos detalles de normalidad, como Belenes, tan visitados por muchos niños y mayores, o las luces de navidad que nos recuerdan que no estamos rodeados solamente de tinieblas y oscuridad. Con la iluminación extraordinaria de calles y plazas en muchas ciudades del planeta, millones de personas celebramos el nacimiento del Niño Dios, que es Luz del mundo porque nos enseña a amar, y eso aleja tinieblas de oscuridad o de odio? Elegir odiar no es libertad, es otra cosa: tal vez obsesión, quizás revanchismo, acaso furia destructora; y la Historia demuestra que sembrar odios causa muchas victimas directas y colaterales: pobreza, ruina, y muerte. Las luces navideñas ayudan a crear ese ambiente en que unos a otros nos deseamos felicidad, y aunque eso no rebaja el precio de los garbanzos, despierta nuestros deseos de amar, por ejemplo, respetando a quienes piensan diferente. Ese respeto defiende la pluralidad que refuerza a la democracia, hace agradables las relaciones interpersonales, genera prosperidad para todos?. Las luces de navidad además de animar el comercio, alegran los corazones de hombres y mujeres de buena voluntad, como está recomendado. Deseo a todos/as: ¡Feliz Navidad! y un 2021 con pocos virus y mucha paz.