Opinión
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  • COLECTIVO CIUDADANO DE HUESCA

Las tumbas de Galán y García Hernández

Han transcurrido noventa años desde el 12 de diciembre de 1930, cuando los capitanes Fermín Galán Rodríguez (San Fernando, Cádiz, 1899) y Ángel García Hernández (Vitoria, 1900) protagonizaron en Jaca uno de los episodios históricos más relevantes en la crónica del siglo XX español, la sublevación contra la monarquía de Alfonso XIII, un episodio revolucionario que les costará la vida tras la sentencia dictada por un tribunal militar en Huesca solo dos días más tarde, pero será, al tiempo, la antesala de la llegada de la Segunda República el 14 de abril de 1931.

El fusilamiento, el domingo poco después de las tres de la tarde, se produjo en el polvorín del camino viejo de Fornillos y los cadáveres, depositados en un camión, fueron trasladados al depósito del cementerio para ser enterrados el día después. Galán recibió sepultura en el civil y García Hernández en el nicho 171 del católico.

El Gobierno de Aragón acordó en la reunión de su Consejo el 3 de octubre de 2017 la declaración de Bien de Interés Cultural en categoría de Conjunto de Interés Cultural, figura de Sitio Histórico, para las sepulturas de los capitanes republicanos. El antiguo recinto civil quedaba señalado como el más importante y caracterizado lugar de memoria de la ciudad, máxime considerando que en la tapia oeste se produjeron centenares de fusilamientos durante la guerra y la posguerra, que son recordados en un memorial que recoge los nombres de las víctimas habidas en Huesca entre 1936 y 1945 a causa del golpe de Estado de 18 de julio y la sangrienta dictadura.

Pero el cementerio civil alberga otras memorias que vienen a subrayar su relevancia patrimonial. Así, es de señalar la presencia de cuatro osarios que, a modo de pozo ciego trabajado en piedra sillar, rematan los ángulos de su escaso perímetro. Sería preciso un análisis antropológico forense para determinar si, como se puede seguir en algunas fuentes documentales, los restos allí depositados se corresponden con los más de 150 republicanos, anarquistas, socialistas, hombres y mujeres también sin filiación política o sindical, pasados por las armas extrajudicialmente en agosto de 1936, personas inhumadas en el contiguo y desaparecido cuadro 15, sepultadas en largas zanjas excavadas en tierra. El Ayuntamiento, ajeno a cualquier manifestación de carácter memorialista, ignora deliberada y tenazmente la circunstancia.

También yacen en lo que se denominó cementerio libre personas del ámbito social, cultural y político de la ciudad cuyos nombres contribuyen a escribir una extensa crónica que bien merece un esfuerzo divulgativo en el conjunto de interés cultural.

Así, junto a la tumba de Fermín Galán se pueden hallar otras de relevancia en las que reposan republicanos históricos como el joven Pablo Martínez Lacambra, fallecido en 1892, cuya lápida fue sufragada por suscripción entre sus correligionarios republicanos tal como señala una inscripción; Adolfo Sábado Pardo muerto en 1910, militante de la Juventud Republicana y miembro de su junta directiva de tesorero; o el pionero de la industrialización del campo altoaragonés, el británico Thomas Noddings, asesinado en Huesca en agosto de 1890 cuya peripecia personal y profesional constituye un relato de leyenda.

Al lado de otros miembros de la masonería o de personas que se quitaron voluntariamente la vida y no recibieron sepultura en sagrado, figura la lápida de Feliciano Vicén Alfaro, veterinario e inspector de abastos, librepensador, hombre de cultura amigo de Joaquín Costa con quien mantenía correspondencia, muerto en 1922, y su esposa Trinidad Trasmontán, padres del fusilado Víctor Vicén Trasmontán cuyos restos no han sido hallados, y un hermano de éste, Silvio, de 13 meses, igualmente inhumado en este lugar de evocaciones intensas.

Mariano Añoto Sanagustín, periodista, escritor, funcionario y bohemio, actor aficionado en el Cuadro Dramático de Fraternidad Republicana, era íntimo amigo de Ramón Acín, quien junto con su querida Concha Monrás adoptarían a sus hijos huérfanos. La tuberculosis, "esa enfermedad en que uno se ve morir y en la cual parece broma la muerte", escribió el mismo Acín, acabó con la vida de Mariano Añoto, viudo a los 40 años, el 18 de enero de 1927. Muy próximos yacen los padres de quien fuera presidente de la Diputación de Huesca en tiempo de la República, Sixto Coll.

El militante del Partido Republicano Radical Socialista y de Izquierda Republicana Roque Bescós Santalucía quedó enterrado en 1952. Detenido de septiembre a diciembre de 1936 por supuestas simpatías con anarquistas y masonería, según su ficha policial, sería desterrado a la soriana Aldealseñor de febrero de 1937 al 23 de abril de 1939. Almacenista de carbones y yesos será perseguido por la Falange y el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Roque tuvo mejor fortuna que su hermano Lorenzo Bescós, concejal y diputado provincial, fusilado el 23 de agosto de 1936, al que una placa recuerda al pie de esta sepultura.

La singularidad del recinto, delimitado en sus hechuras arquitectónicas, la historia acumulada a través de la personalidad y proyección social y política de los allí inhumados, el ambiente por las piezas funerarias que presiden las tumbas y la trascendencia que otorga al conjunto la presencia del capitán Fermín Galán hacen de este espacio un sitio histórico que reclama salvaguardia y cuidado, más, si cabe, que el pabellón en el que reposan los restos de Ángel García Hernández y el chófer Eugenio Longás, muerto en la refriega de Cillas donde sucumbió la gesta de los héroes de Jaca.

El ámbito del antiguo cementerio civil exige una protección patrimonial que mantenga su aspecto sin alteraciones espurias, además debería constituir el arranque de una ruta de la memoria histórica y democrática explicada en paneles y divulgada como una riqueza cultural en el imaginario colectivo de una ciudad necesitada de referentes y símbolos, así como de historias construidas con el rigor y dignidad tan largamente negados. Un monumento al recuerdo y a los centenares de víctimas de la barbarie que allí reposan para siempre.