Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La humildad que dignifica

La consciencia del error atesora una oportunidad que ningún ser humano debe desperdiciar: la de pedir disculpas. La humildad induce a partir de ahí al perdón. Este mecanismo es más exigible en el caso de aquellas personas con responsabilidades que, como tales, asumen el deber ético de actuar coherentemente. Si tienen la libertad para asumir decisiones desde sus cargos, también cargan con el deber de aceptar las consecuencias de su acción, de los defectos que todos los ciudadanos tenemos por acción o por omisión. No es común, sin embargo, en los líderes políticos, enrocados en un erre que erre que no provoca sino desafección e incluso enfado en los electores. Ayer, el presidente del Gobierno de Aragón, consciente de los vaivenes inducidos por la errática dinámica del gobierno central, atolondrado en anuncios ante los que no tienen certezas, se ejercitó en las disculpas hacia los aragoneses que pronunció durante su alocución para comunicar las medidas de cara a la Navidad.

Como en alguna ocasión hemos manifestado en esta tribuna, la pandemia de la covid ha generado un entorno mundial y regional tan complejo e incierto que las predicciones son punto menos que imposibles y los aciertos una lotería. El ciudadano, sobre todo aquel lo suficientemente perspicaz para diferenciar la información veraz en el tsunami de mensajes falaces y contradictorios, comprende la situación. Lo que resulta menos admisible es la contumacia con la que algunos líderes políticos de todo el espectro y fundamentalmente del ámbito nacional se muestran para negar el error, soberbia que les coloca ante el teatrillo de la realidad para dejarlos desnudos como al rey del cuento. En Aragón, donde ha habido de todo, como en botica, la congruencia aporta más credibilidad y humanismo al discurso. Y reconforta.