Opinión
Por
  • LUIS VAQUER (PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN DE EMPRESARIOS DE HOSTELERÍA Y TURISMO DE ARAGÓN)

Flor de Lis Navidad, tiempo de deseos

El año 2020 quedará grabado en nuestra memoria para siempre. Seguramente para mal. Es así. Aunque haciendo una retrospectiva de este annus horribilis todavía hay cosas que podemos salvar.

Para este sector de la hostelería y el turismo en Aragón, nos quedará la alegría de algunas victorias colectivas. Entre ellas, y como más importante, la suma de esas dos nuevas dos Estrellas Michelín y que han sido celebradas como una bendición para nuestra gastronomía. Los méritos que atesoran nuestros establecimientos son muchos y así lo ha sabido reconocer esta prestigiosa guía. Aunque no están todos los que son, ellos marcan el camino. La excelencia a la que debe aspirar este sector. Nos queda mucho por hacer, quizá a través de un gran "Plan de GastroTurismo de Aragón" que hemos propuesto desarrollar. Hay ilusión, ganas y empeño.

Nos queda también la unión global de este sector. Tradicionalmente no ha sido fácil por el carácter geográfico de nuestra tierra. Lamentablemente, ha tenido que venir una pandemia global para darnos cuenta de que juntos, somos más fuertes. Porque a todos, con independencia de nuestro origen, nos une una cosa: Aragón.

También este tiempo ha servido para darnos cuenta que todos somos de bar, de restaurante y también de hotel. Al igual que uno se siente de un lugar, también se identifica con esos locales en los que más que personas, tiene amigos. Lugares que calientan el cuerpo, el alma y el espíritu. Donde ser feliz.

Tradicionalmente, la Navidad es tiempo de deseos. Añadido al de salud para todas las personas, está el ansiado reconocimiento que demandamos para este sector del que todo el mundo dice enorgullecerse, pero pocos defienden. Los empresarios y profesionales nos hemos sentido solos. Desamparados. Tan sólo ayudados por asociaciones y organizaciones que, en multitud de ocasiones, han suplido el trabajo de las administraciones.

En lo económico, está el deseo de un plan de rescate real. En Aragón la hostelería y el turismo suman 5.000 millones de euros de impacto directo y dan trabajo a 40.000 familias de forma directa. No digamos si sumamos toda esa cadena de valor. Eso no puede paliarse con el nivel de ayudas actual. No es de recibo. Este deseo no va dirigido solo a una administración; va dirigida a seis: europea, nacional, regional, comarcal, provincial y local. Basta de echar balones fuera. Si se está para enarbolar la bandera de nuestro turismo, se está también para salvar al sector. Es hora de demostrarlo y no cometer el error histórico de destruir un sector económico transversal, líder en calidad y con miles de empresas y trabajadores en activo.

Los últimos dos deseos son sencillos: diálogo real y mejor gestión de la crisis sanitaria. No queremos que se nos ponga en el foco sin justificación real ni que se nos emplee como cortina de humo para tapar fallos ajenos. Falta implicación de todos los departamentos de la Administración, no sólo el turístico. No debería ser tan difícil. Nuestras intenciones son buenas y van relacionadas con ese otro gran deseo: querer trabajar. Nuestros establecimientos son seguros y no se deberían cerrar más. Nuestros profesionales desean ver a los tradicionales clientes y visitantes llegados de fuera. Hay soluciones. Y si los deseos de diálogo y medidas compensatorias no se cumplen, desearemos que finalmente la Justicia, aunque sea tarde, restituya los daños y atropellos.

La hostelería y el turismo no es una opción más de trabajo; es una forma de vida. La de dar servicio y alegría a los demás. La de trasmitir nuestra cultura. La de generar economía en cada calle, pueblo y ciudad. Ayúdennos a cumplir nuestros deseos. Feliz Navidad.