Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Populismos anti ética

Populismos anti ética
Populismos anti ética
EFE

El Rey Felipe VI proclamó que está más obligado por la ética que por los condicionamientos familiares. Y, ante tal afirmación, habida cuenta de que no ha habido auto inmolación que era lo que pretendían, han saltado como hienas todos los populismos que en este país son (a excepción de uno, alineado con el discurso real). Esto es, el anticasta que hoy es casta acomodada en casas más confortables que palacios y el independentista de procedencias vasca y catalana. Confluyen, unos y otros, con ideologías pobres cimentadas en falsarias interpretaciones de la historia, en distopías malignas y en admiraciones a lo más abyecto de los regímenes que en el mundo hay.

Utilizó el monarca una palabra que todos esos partidos, amparados precisamente en la carga de moralidad y de derechos humanos que incorpora la Constitución de la que abominan, aborrecen: ética. Como si fuera un vocablo del pasado, en desuso, demodé. Cual si se quedara en una antigualla de doctos cuando, en realidad, buscan crear generaciones de iletrados que preconizó Ray Bradbury. Todos esos populismos leen poco y los que leen pretenden que los demás no lean, para perpetuar un despotismo ilustrado para Un Mundo Feliz anestesiado con el placentero adormilamiento del soma, aniquilación intelectual. Placebo letal.

Tan peligrosa es la ética por el discernimiento que permite entre el bien y el mal en las conductas y las reflexiones -por ella han muerto tantas personas de acreditada bonhomía- que, en lugar de ser nuclear, ha quedado fuera de la ESO como se había acordado por consenso para un futuro desarrollo curricular en la asignatura de Valores. Una dimisión de la responsabilidad inaudita.