Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La nieve, una magia que lidera el turismo

En la pandemia, nos hemos dejado tantos pelos en la gatera como sociedad e individualmente, que nos han pasado inadvertidas efemérides que, en circunstancias cotidianas, hubieran sido objeto de llamativas celebraciones. Una de ellas, en una fecha tan simbólica como el 9 de agosto, arranque de las fiestas laurentinas, ha sido el 35 aniversario de la adjudicación de la campaña de promoción turística Magia de Huesca, que en su planteamiento primigenio establecía cuatro grandes patas del destino altoaragonés: la magia blanca de la nieve, la magia verde de los valles, la magia eterna del patrimonio histórico-artístico y la magia viva de las personas y su capacidad de propiciar grandes acontecimientos a través de la colaboración tanto para perpetuar las tradiciones como para emprender nuevos caminos. En todos ellos, se ha avanzado sustantivamente en estos siete lustros.

La primera de las magias ha avanzado sobremanera gracias a acciones decididas de la administración y la iniciativa privada, primero con la innivación artificial aprobada en 1987, después con la constitución del grupo Aramón y, en general, con un proceso de modernización tanto en las instalaciones como en las metodologías comerciales y de marca para la consolidación del liderazgo dentro de la oferta de este tipo de turismo en España. En esa senda transita todavía el discurso tanto institucional como de las empresas y los valles, porque en la medida en la que se amplíe el dominio esquiable las posibilidades de plantar cara a todas las grandes regiones europeas y mundiales se multiplicarán. De ahí que sea imprescindible, en esta delicada coyuntura, que el Gobierno de Aragón y las administraciones tiren de un carro que ha quedado varado por las restricciones, porque el concurso de todos es imprescindible para deslizarnos hacia el futuro.