Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Entender las lágrimas

Entender las lágrimas
Entender las lágrimas
R.G.

Víctor Hugo escribió que el hombre sólo ve bien a Dios a través de las lágrimas. Y John R.R. Tolkien se libraba mucho de recomendar que no se llore, porque no todas las lágrimas son amargas.

Apena profundamente la indiferencia, el mayor de los desprecios, ante el riego de los ojos por causas emocionales. La angustia de Ontiveros por la hospitalización de su abuela fue acogida viralmente por la mejor de las faces de las redes. La ansiedad de Míchel Sánchez, empero, tan sólo recibió una minoría de respuestas empáticas. Estaban demasiado ocupados algunos colegas usurpando las facultades del Consejo de Administración (siempre he dicho que, afortunadamente, los clubes no los dirigen forofos) y no pocos aspirantes a influyentes "sociales" preparando el cargamento de piedras para lapidar al entrenador del Huesca. El mismo que, mientras tantos estaban en las catacumbas de la presunta culpabilidad "oikana", asumía el reto que al final consiguió. Sin alharacas, ni palabra más alta que otra.

Sería un hipócrita si no reconociera que me ha rondado la cabeza y la palabra el deseo del cese del míster. La pasión del fútbol inocula bilis. Pero, en las decisiones trascendentales, conviene analizar profunda y racionalmente los actos y sus consecuencias. Y, sobre todo, el fútbol y todos los terrenos sociales dejan de tener el más mínimo sentido si no somos capaces de encoger mínimamente el ventrículo cuando una lágrima sincera asoma su pequeña dosis de humanidad al rostro. Prefiero honra sin barcos que barcos sin honra, un FSSR con valores que un FSSR sin alma. Y, ahora, si se quedan más tranquilos los zaheridores, compartan el linchamiento entre Míchel y un servidor. Aquí tienen mi espalda.