Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Realidades detrás de las estadísticas

Las estadísticas tienen el valor por las realidades que se alojan detrás de los números. Tal es así que el periodismo de datos alberga la complejidad que requiere una especialización, para evitar que la dictadura de los datos nos derive hacia unas lecturas incompletas, por la parte optimista o por la de la fatalidad. También en esta ciencia, como en los géneros literarios que inducen a la reflexión o los textos específicos para el conocimiento, se pueden percibir rasgos entre las líneas si se está atento a la combinación de guarismos e índices para dibujar un paisaje completo.

Cada mes, y especialmente en el balance anual, estamos muy atentos a la evolución de las matriculaciones de automóviles, entre otros indicadores de consumo, de producción y en general de actividad económica. Este año peculiar exige contemplar las particulares condiciones de la coyuntura, con la pandemia y sus efectos como el confinamiento y las restricciones de movilidad. Son las que explican esa caída del 32,3 % de las ventas de turismos y todoterrenos en España, que baja al 25,4 % en la provincia de Huesca. Los estímulos al consumidor han frenado un descalabro que prometía ser terrible y que, en todo caso, ha dejado los números totales muy por debajo del millón de unidades que se estima imprescindible para garantizar incluso la fabricación en nuestro país. Paulatinamente, se ha ralentizado el desplome del diésel, insensatamente estigmatizado desde instancias oficiales. Y, por otro lado, ha quedado constatado que, por más incentivos que pretendan disparar su adquisición, las limitaciones en prestaciones y accesibilidad de los híbridos y los eléctricos reducen el impacto de los planes institucionales. Las estadísticas susurran que el pragmatismo es indispensable cuando una crisis aprieta. Una lección irrenunciable.