Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Reyes de la felicidad

Reyes de la felicidad
Reyes de la felicidad
EFE

Los magos desprenden una aureola de felicidad que se apodera principalmente de la gente menuda y que pone a prueba la capacidad del adulto de ilusionarse, esto es, de generar escenarios en los que habitan la esperanza y la fe como creencia en uno mismo y en el prójimo. Aquellos son los reyes de sabiduría oriental, pero su trono es heredado por lo que Carlos López-Otín proclama como "campeones de la felicidad", paradigmas de las diferentes manifestaciones a lo largo de distintas etapas de la humanidad, desde el legendario Marco Flaminio Rufo y su agua de la inmortalidad hasta Matthieu Ricard, proclamado "el hombre más feliz" del mundo. Ricard es bioquímico, pero nada tiene que ver tal condición en el título. Más bien, su retiro espiritual aledaño al Dalai Lama que le ha procurado un estado que activa las áreas cerebrales donde se aloja la compasión, dice la neurociencia.

El monje budista Matthieu Ricard bromea sobre la condición que le fue atribuida, pero explica generosamente que la felicidad es una forma óptima resultante del cultivo de cualidades fundamentales como el altruismo, la compasión, la libertad interior, la resiliencia, el equilibrio emocional, el equilibrio y la paz interiores... "Habilidades que pueden cultivarse mediante la práctica y el entrenamiento de nuestra mente", explicaba a la BBC.

La felicidad estrecha una atadura directa con la libertad interior, que nos despoja de rasgos mentales, cavilaciones y proyecciones que puedan inducir al odio, el deseo compulsivo, los celos y el orgullo en una nueva esclavitud. Si ustedes se fían del hombre más feliz del mundo, están a tiempo hoy de pedir a los Magos altitud de miras para la inspiradora aventura de edificar su vida con ladrillos de meditación compasiva. Gran regalo.