Opinión
Por
  • RAQUEL BROTO BERNUÉS

No son maneras

La integridad moral se pierde, bajo mi experiencia, de dos maneras: o por la conducta individual activa o por aquellas personas que atentan contra ella hasta que, al final, queda dañada.

Sin entrar en largas meditaciones, les contaré una pequeña historia. La misma semana que este diario publicaba la noticia de una agresión, mi portero automático se puso a sonar con un pitido fijo de 19 a 23 horas. Al día siguiente, al leer la prensa, dudé, me asusté y llamé a la policía.

No se pusieron. Al domingo siguiente, volvió a sonar, de forma alterna. Esta vez sí que hablé con la policía, que vino, y me corroboró un problema en la placa general del portero.

Porque era domingo, mandé un whatsapp a la administradora de fincas. A los minutos, me llegó por una familiar, reenviado al parecer con una acusación explícita de chantaje. Ahí sí que me enfadé. Lo que yo le exigía era ni más ni menos una reparación a cuenta de la comunidad, pero luego sí es cierto que mi "integridad" se disolvió ante la maniobra. ¿Y por qué Pues porque gente buena no queda. De todas las amenazas que he recibido en mi entorno cercano, una de ellas ha sido la intrusión y otra, los timbrazos y telefonazos sin cesar. Además de la sobrexposición. Que se te afee uno o varios estallidos de genio, viniendo de según quién, además, no es motivo para etiquetar, burofaxes y pleitos. Ojalá yo hubiera tenido alguien que me hubiera valido en tiempos no mejores.

Para que luego acaben diciendo "los justos" la frase, no son maneras.