Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Olivos, patrimonio nutricional

Nunca llueve a gusto de todos, un aforismo que queda refrendado por el desigual comportamiento de los diferentes cultivos en un territorio tan referencial dentro de la producción agroalimentaria altoaragonesa como es el Somontano. Si la vendimia estuvo condicionada por la adversidad meteorológica, el ciclo en torno al olivo ha sido tan fructífero que las almazaras han recibido la más pródiga campaña de la historia reciente, con seis millones de kilos que es tanto como triplicar holgadamente la producción del ejercicio precedente.

Cabe suponer que el resto de la provincia se habrá desenvuelto en las mismas magnitudes, lo que propicia que los lineales de pequeños comercios y supermercados vayan a albergar una magnífica representación del oro dorado. El significado, dentro del contexto del sector, es muy importante, y es que dentro del patrimonio nutricional de un territorio disponer de unos aceites de calidad implica colocarse en el centro de la pirámide alimentaria que se mueve en torno a la Dieta Mediterránea, en la que confluyen las estupendas cualidades organolépticas para una gastronomía sobresaliente y, por otro lado, las propiedades para la salud y el bienestar de las personas. Sin lugar a dudas, más allá de las denominaciones de origen y otras certificaciones para las que trabajan las almazaras del Somontano, la oportunidad promocional se multiplica conforme crecen no sólo la cantidad de productores que además identifican las variedades más óptimas, autóctonas o foráneas, sino de manera especial las virtudes y los valores que se desprenden en esos chorros que manan hacia los depósitos y las botellas. Ocasiones que no se pueden desperdiciar y para las que son imprescindibles las estrategias cooperativas que acrecienten los recursos. Todos a una.