Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La exasperante lentitud de las vacunas

La práctica totalidad de los anuncios que llegan desde la Unión Europea, el Gobierno central y las comunidades autónomas inducen a unas esperanzas que se ven relegadas hasta una cierta atmósfera de frustración por parte de los ciudadanos. Definitivamente, la ventajista proclamación de que existía un plan, justo después de haberse conocido a finales de noviembre la aprobación de la fórmula de Pfizer, no respondía a la realidad. Ni lo tenía el gobierno central ni tampoco las comunidades autónomas. El ministro Illa y sus homólogos sanitarios de las regiones pronuncian permanentemente la palabra protección que van asociando progresivamente a la coyuntura del calendario: en verano eran las mejores vacaciones, en otoño la mejor vuelta a la normalidad, en Navidad el mejor regalo de Papá Noel y en Reyes Magos el obsequio a elegir entre el trío mágico. Y, sin embargo, no practican lo que pregonan porque la realidad es que la vacuna, por definición, es la prevención más eficaz y, cuando asoman por centenares de miles en España y miles en Aragón, las inyecciones se repiten con cuentagotas, mientras no pocos expertos en materia de distracción se dedican al estéril debate de quiénes han de ser los agentes que aceleren el proceso.

Ayer, la Unión Europea anunció que había adquirido 150 millones de dosis que se suman a los 160 de Pfizer, con lo que la inmunidad podría ser un hecho. Es imperativo, por responsabilidad y porque sus señorías prometieron con la Constitución defender los intereses de los españoles y de los aragoneses, multiplicar los recursos humanos y agilizar intensa y extensamente los plazos. Los ciudadanos sabemos que buena parte de la solución está ahí y ni la economía ni la salud admiten bajo ningún concepto negligencias ni anuncios vacuos.