Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Corresponder a Lacuniacha

El Parque Faunístico Lacuniacha de Piedrafita de Jaca vive la dualidad a la que nos ha sometido la pandemia por el coronavirus. Evidentemente, le afecta en su propio equilibrio económico, porque el mantenimiento de un entorno natural de estas características obliga a tener en activo a los trabajadores, lo que implica una serie de gastos fijos que es imposible soslayar incluso en periodos de disminución de la actividad como han sido los últimos meses. Por otro lado, el ritmo del hábitat no se detiene y las especies que tanto hacen disfrutar a los visitantes, a las que continúan incorporándose nuevos ejemplares como los renos traídos de Holanda recientemente, gozan de su ordinaria libertad que, por mor de la aminoración de turistas, se convierte en extraordinaria.

La vida transcurre por sus cauces en Lacuniacha, donde los osos hibernan y las hembras procrean, a la espera de un cierto reencuentro con las personas, porque el planeta está configurado precisamente para la coexistencia entre el ser humano y todas las variedades de animales. La sostenibilidad del parque faunístico, de hecho, constituye un alivio para quienes en él habitan y también para las personas que trabajan en su conservación y mejoran, pero además representa una oportunidad continua de educación en los valores naturales de quienes acuden a contemplar el medio ambiente en su integridad, especialmente importante para las jóvenes generaciones que han de contribuir con su reflexión y su acción a mejorar este mundo que sus mayores estamos legando de una forma inestable. Para apuntalar este pequeño y armónico universo, todos debemos sentirnos concernidos, desde las administraciones hasta la iniciativa privada, pasando por los propios ciudadanos arropando Lacuniacha con nuestra presencia.