Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Atropellados por la inmediatez

Las instituciones, definitivamente, necesitan cambiar el perfil de sus asesores. Deben incorporar empresarios, directivos, profesionales capaces de planificar después de observar como está ese mercado global que somos todos los ciudadanos en cuanto contribuyentes, para que las decisiones estén fundamentadas en bases sólidas, no en percepciones, no en presupuestos gratuitamente expresados.

La pandemia ha arrollado toda capacidad de previsión desde las administraciones. Seguramente, su ritmo vertiginoso de contagios ha propiciado un enorme desconcierto y la inmediatez ha atropellado al criterio, a la reflexividad, al sentido crítico. A ese imperativo en la acción pública y también en la privada que consiste en dibujar una tabla en una pizarra, sea física o mental, en la que en dos filas se escriban las acciones y sus repercusiones, las presumibles y las seguras. Quizás con ese prisma, las decisiones serían distintas, se incorporarían matices a la escala de grises y los perjuicios serían menores.

Después de los estropicios que, en nombre de la salud pública, se está realizando a importantes sectores de la economía aragonesa (no hay más que ver ese 41,7 % de subida de paro en nuestra provincia), la borrasca Filomena ha incorporado el concepto de la seguridad para provocar una desbandada de las aves de la previsión en los ministerios que, afortunadamente, ha sido resuelta por esa combinación entre los magníficos alcaldes y los vecinos, además de fabulosos y abnegados profesionales. Ha desbordado el temporal y ha motivado esa improvisación de decidir la suspensión de las clases un domingo por la tarde, cuando los padres tienen una capacidad de maniobra nula. Si se veía venir, analizando pros y contras, la medida debió ser antes... o no debió ser. Hemos de centrarnos.