Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Jetas y exégetas

Jetas y exégetas
Jetas y exégetas
S.E.

Javier Lambán: "Querido Jorge Azcón: no te imagino diez días encerrado en casa. Paciencia, rápida curación y un fuerte abrazo". Jorge Azcón: "La verdad es que yo tampoco me veo, pero no queda otra! Gracias, presidente".

Más allá de la pérdida del signo de apertura de la exclamación (RIP), no soy capaz de hallar motivo alguno de reproche en los dos tuits de los presidentes de Aragón y del Ayuntamiento de Zaragoza, que constatan que, en medio de la batalla campal generalizada de las banderías, en medio del fuego cruzado existen personas que, además de políticos, entienden que en el servicio público permanece inherente el catálogo de virtudes humanistas que expresan el nivel de integridad ética.

El intercambio epistolar en formato breviario porque Twitter nació entre restricciones (cuantitativas y tristemente cualitativas) perfila las personalidades de quienes entienden la oportunidad de la compasión, en su raíz de sufrir juntos, acompañado de la simpatía que es acompañar con emociones. Así lo han entendido muchos de los que han interactuado en esta conversación, que esgrimen la ejemplaridad que debiera impregnar las relaciones políticas cuando en el foco de la acción está el interés general y no la miopía egoísta.

Bien es cierto, claro, que en la red del ave hay muchos jetas y no pocos exégetas. Caraduras insensibles con la desfachatez de irse por los cerros de Úbeda que pierden una extraordinaria oportunidad de practicar la empatía en lugar de una huraña visión del mundo. Primos hermanos de quienes se aplicaron a una interpretación absurda de una afirmación de Lambán sobre la nieve que no admite contestación y que hace perentoria la incidencia en la comprensión lectora. Está en severo peligro de extinción.