Opinión
Por
  • VENANCIO RODRÍGUEZ SANZ

Nietzsche y el desprecio de sí

Nietzsche descubrió genialmente el mecanismo del alma rencorosa, lo que llamó resentimiento. El hombre inepto, torpe, vitalmente fracasado, va por el mundo con su corazón rezumando desestima de sí mismo. Como no logra acallar este menosprecio de sí, que sopla a bocanadas de su propio interior y no le deja vivir, se produce en él una reacción salvadora, que consiste en cegarse para todo lo valioso y que hay en torno. Ya que no puede estimarse a sí mismo, deberá buscar razones para desprestigiar toda excelencia; no verá sino los defectos, los errores, las insuficiencias de los hombres mejores, cuya presencia equivale para él a una constante humillación. De este modo obtendrá una apariencia de equilibrio entre los demás y él. Emboscado en su resentimiento, espiará a todo héroe con fiero ojo de cazador furtivo, complaciéndose en subrayar sus abandonos y sus descuidos. Para bien o para mal, todo lo que sentimos por nosotros mismos tiene su respuesta en el exterior. Existe otra figura mucho más perversa: se trata de aquel que pasa al ataque animando a los mejores a corromperse, a ser como él. De este modo consigue extender su virus que a su vez contagiará a otros. Pero no crean que esto obedece a un plan preestablecido, esto ocurre todos los días de la forma más natural e inocente que se hayan podido imaginar...