Opinión
Por
  • GEMMA ABAD

Me refugio en la nieve

Este fin de semana, el temporal Filomena me ha hecho recordar esos paisajes nevados del Pirineo aragonés, donde viví mi infancia y he pasado parte de otras etapas de mi vida. Me he dejado seducir por ese marco de sublime belleza, viendo las montañas cubiertas de nieve, disfrutando, a través de unas fotos que me han enviado, de ese paraje aderezado por todos los sentimientos que la nieve nos aporta.

La voracidad del virus hace que nos refugiemos en estas estampas, tan similares a las tarjetas navideñas con las que durante algunos años recordé a todas aquellas personas, familiares y amigos, con los que mi familia mantenía una relación estrecha.

Ahora, con esta lápida de soledad que nos está cayendo, vuelvo a rememorar esos momentos en los que frases como ésta me ayudaron a transmitir lo que había dentro de mi corazón: "Que la nieve con su blancura purifique la Tierra y llene de amor nuestros corazones".

Necesitamos llenar estas oquedades, tiñendo los colores oscuros de la pandemia con la luz refulgente de la nieve. Hasta los más acérrimos enconamientos, en momentos de tensión por esta situación que nos toca vivir, pueden disiparse, dejándonos rodear por esa naturaleza de la que nos sentimos parte.

Estoy segura que la nieve puede mostrarnos una cara diferente, ofreciéndonos esa paz y armonía que se difuminan, por momentos, alejándose en el espacio y en el tiempo.

Para mí, la nieve que ha caído estos días me ha hecho llegar el eco de la infancia: el hormigueo de mi cuerpo en contacto con el frío, el crujir de la misma a cada paso, el atrapar con mis manos los copos de nieve, el presenciar por la noche, desde mi puerta, los tejados blancos, mientras humeaban todas las chimeneas de las casa circundantes? Que la nieve reconduzca nuestras vidas y abra en nosotros una nueva primavera.