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Un sistema inestable de Ciencia

Por si fueran pocas las fallas de nuestro país en los sistemas sanitario, educativo, de servicios sociales e incluso el autonómico, como se ha encargado de refrendar la pandemia a pesar de que sus raíces trascienden desde luego esta legislatura para buscar las razones en el pasado, el de Ciencia se ha desbordado paralelamente a la constatación de que los fabulosos científicos en todo el mundo y en España suplen las carencias con conocimiento, desempeño, voluntad y austeridad. Así lo expresa hoy Ana Pardo-Saganta, una de las tres premiadas por la Fundación AstraZeneca a los Jóvenes Investigadores. Su trayectoria es el paradigma de la experiencia de tantos jóvenes que, en la búsqueda de la excelencia, se formaron a golpe de sacrificios propios y familiares en las mejores instituciones del mundo y retornaron a su tierra para contribuir a mejorar la provincia, la región y el país con esa mezcla virtuosa de esfuerzo, observación, empirismo y, obviamente, la sabiduría adquirida.

Para consolidar una estructura sólida que garantice resultados dentro de las dificultades intrínsecas de estas disciplinas, habría que conseguir una cultura de la ciencia arraigada en la propia sociedad, que significa que, sin necesidad de profundizar en el campo específico de estos estudiosos, al menos sí hay que adquirir la consciencia y consolidar la conciencia de que elevar el edificio del conocimiento contribuye a generar riqueza y cimentar un estado de bienestar con tendencia a la plenitud. Por el contrario, el sistema de Ciencia, como afirma Ana Pardo-Saganta, es inestable e inseguro, precario, por lo que los estándares de calidad se quedan en una cuantificación descriptible. Claro que es responsabilidad de las administraciones, pero también de la ciudadanía porque, sin ella, la presión y la constancia se diluyen.

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