Opinión
Por
  • JOSÉ JUAN PRADO LADOMEGA

No nos ven

C UANDO de niños aprendíamos la agricultura del río Nilo, vinculada a sus crecidas y al fértil limo que depositaba en cada estación húmeda, a ninguno nos quedaba ninguna duda de que si la sequía frenaba la inundación, aquel año el pueblo egipcio pasaría hambre. No solo el agricultor, sino también el sacerdote y el guerrero pasarían hambre.

Ahora, con una sociedad no mucho más compleja, pues la nieve y la movilidad son nuestro río Nilo, y las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen a simple vista, las administraciones no parecen darse cuenta de que el comercio y los servicios de las comarcas pirenaicas o de cualquier territorio turístico resultan igual de afectados que la hostelería a pie de pistas o que las propias estaciones de esquí.

Como presidente de Ceos-Cepyme Comercio y Servicios de Huesca me congratulo de las ayudas que ha aprobado el Gobierno de Aragón para la hostelería aragonesa. Son importantes y necesarias, aunque seguramente se quedan cortas en territorios como el nuestro, dimensionado desde hace décadas para que una fuerte e intermitente población flotante haga sostenible nuestra economía. Respecto al comercio, seguimos a la espera.

El "café para todos" que parece imponerse políticamente va a dejar a muchos de nosotros atrás. Es evidente que el impacto de la pandemia no es el mismo en las grandes ciudades que en la España vacía; y no es el mismo en los territorios turísticos que en los que no lo son. Canarias y Baleares han dado testimonio de esto último.

Pero del mismo modo que un juez orienta y aplica la norma en función de las circunstancias del reo, el gobernante tiene la obligación moral de orientar y aplicar la norma en función de las circunstancias del gobernado. De otro modo, no es gobernar. Es simplemente ejecutar. Y paro eso bien podría gobernarnos un notario, o un tecnócrata. Ese notario hubiera cerrado las escuelas de todo Aragón la segunda semana de enero, a pesar de que las calles y carreteras de la Jacetania, por ejemplo, estaban limpias como una patena. Pero al gobernante le pedimos que gobierne, que cierre las que tenga que cerrar. No que tome la decisión más fácil.

En los tiempos de bonanza, a primeros de siglo, nuestros políticos discutían sobre la necesidad de discriminar positivamente a los territorios despoblados para evitar lo que parece la crónica de una muerte anunciada de la España interior. Sin embargo, en la primera prueba de fuego que ha tenido esta toma de conciencia todo ha saltado por los aires.

Excepto Sabiñánigo, con un potente tejido industrial todavía pujante, el resto del Pirineo aragonés vive prácticamente del monocultivo del turismo, solo atemperado por un diezmado sector primario, cada día, a su vez, más vinculado a él. Si no hay turistas, no vendemos los ternascos. Así de simple. Este monocultivo es muy negativo a largo plazo, pero en estos momentos debemos dejar de lado los debates de fondo y centrarnos en lo que de verdad importa.

No hemos valorado ni valoraremos los criterios, ni las medidas sanitarias adoptadas en Aragón. "Doctores tiene la Iglesia". Pero sí debemos valorar y criticar la improvisación, el desorden y las urgencias sobrevenidas. Y en lo que al comercio respecta, el ninguneo permanente al que se nos ha sometido. No por parte de las administraciones locales, que han hecho lo que han podido, sino por las que están algo más lejos.

Todavía nos escuecen los nuevos horarios de cierre implantados el 5 de enero, el día comercial por excelencia de todo el año. Tenía que ser el día 5 el primero en el que fuera obligatorio cerrar a las 8 de la tarde. Suponemos que la medida tenía sentido para los grandes centros comerciales de la capital de Aragón, que pueden tener serios problemas de aforo a esa hora.

Al comercio de la provincia de Huesca, sin embargo, le hubiera encantado llegar siquiera a ese 25% del aforo ese día. Eso hubiera significado que estábamos trabajando a buen ritmo. Pero a las 8 de la tarde, con los clientes haciendo sus últimas compras de Reyes, los comerciantes nos apresurábamos a cerrar, con un ojo en la última cuenta y otro vigilando por si pasaba la policía. Como ya cumplíamos todos los mandamientos, se nos dijo, "pues cierra, déjalo todo y sígueme".

¿Alguien cree que el hecho de cerrar los comercios del Pirineo a las 6 de la tarde –en lugar de a las 8- va a tener alguna incidencia en la evolución del virus En lo que sí tendrá incidencia es en que la mayoría de nosotros dejaremos de abrir por la tarde y los trabajadores acabarán siendo de media jornada. Todo por dos horas.

Los doctores que antes citaba imaginaban Puerto Venecia o Grancasa, pero no el estanco de Hecho, la tienda de alimentación de Boltaña o la tienda de ropa de Sabiñánigo, que acaban pagando el café para todos. Pero el gobernante no lo sabe ver. No lo sabe o no lo quiere ver. Porque al fin y al cabo, ¿dónde están los votos Lo que el Pirineo y el Alto Aragón en general necesitan es un plan de choque riguroso y consensuado, que necesariamente pasa por una discriminación positiva en forma de exenciones fiscales, subvenciones y ayudas de urgencia. Y lo que el comercio necesita es quizás un poco más de respeto. En la primera ola fuimos el sector económico mejor valorado. La tienda del pueblo, la tienda del barrio... De repente teníamos visibilidad. Lo habíamos conseguido.

A la vista está que fue flor de un día.